Capítulo I

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Querer saber implica lucha

"Nuestra historia habla de quienes somos. Nos hace humanos. Y sin historia, no somos más que seres vivos"

- Sandra Soto

JULIO DE 2016
En una pequeña cafetería de Miami.

- Kate, ya tienes tu pedido.

- Gracias, Linda. - se acerca a la mesa del final y le coloca el plato en la mesa. - Aquí tiene. Qué aproveche.

- Oye, nena, ¿por qué no te sientas conmigo un ratito y nos conocemos mejor? - se fija en el cliente. Es un chico joven, atractivo y moreno.

- No, gracias. Estoy trabajando. - le sonríe cordialmente y se dispone a irse, pero él le coge de la muñeca. Mira su pulsera y lee la inscripción. Kate tira de su brazo para liberarse.

- Así que Katherine. Bonito nombre para una chica bonita.

- Eh, gracias. - sale corriendo hacia la cocina, pero alcanza a oír la última pregunta del desconocido.

- ¿A qué hora sales? - pero le ignora. No quiere chicos. No quiere que nadie sepa nada de ella. No hasta que ella misma tenga respuestas.

Katherine Risk sale de su trabajo de camarera. Hoy ha tenido turno doble y se ha hecho de noche. Con una mano en el bolsillo de su chaqueta, la otra en su colgante y la vista en sus pies, realiza el camino de vuelta al apartamento donde lleva viviendo los últimos tres meses. Al principio, tener que andar sola por Miami la asustaba, pero después de haberlo hecho mil veces ya no.

Durante el trayecto piensa en el desconocido. No es la primera vez que un cliente la invita a charlar, pero nunca lo ha hecho. Suficientemente duro está siendo tener que vivir con incertidumbre como para encima tener que explicárselo a alguien. Cierto es que a veces se siente un poco sola, pero ella sabe que es mejor así. No es la mejor manera de vivir, pero en este momento, su vida no puede ser distinta.

Llega a su portal dándole vueltas a la vida, como siempre. Sube a la 4ª planta, y desde el rellano del 2º de oyen los gemidos de Sue. ¿Qué hacer cuando tu compañera de piso esta follando y quieres entrar a casa? Pues llamar al timbre varias veces para no tener que ver cosas desagradables. Mete la llave en la cerradura y espera a que los ruidos paren. Cuando Sue grita para que pase, abre la puerta.

- Hola compi - Susan está con su bata negra, sentada en el sofá.

- Joder, Sue, ventila esto. Apesta a sexo sucio - la rubia se descojona y abre la ventana al tiempo de encenderse un cigarrillo. - Al balcón, fuera. Venga tía, sabes que odio ese olor.

- Aihs hija, que pesadita eres. Ya no me dices ni hola - un chico realmente atractivo sale del baño, le dice a Sue que le llame, y me marcha, con el rabo entre las piernas. Literalmente. Kate mira a su amiga con el ceño fruncido, y una sonrisa en los labios. Esta se encoge de hombros - ¿Qué?

- De verdad, lo tuyo es flipante. ¿Y éste de donde ha salido?

- Del casting de esta mañana. - Susan es actriz, aunque aún no ha hecho ningún gran trabajo, ella va a todos los castings que hay en la ciudad, y siempre conoce a un tío. - Pero no creo que le llame. - Está sentada en el balcón, limándose las uñas. Mientras, Kate se quita la ropa del trabajo.

- ¿Pequeña? - tira los zapatos a la entrada, y se dirige a la cocina a por unas cervezas. Vuelve al salón y sale al balcón, dándole uno de los dos botellines a su amiga.

- No. Precoz. - se sienta frente a ella y pone las piernas en su reposa brazos.

- Qué putada. Está para hacerle un traje de saliva. - da un trago a la cerveza y Sue de ríe por el comentario.

- Lo sé, por eso se ha tenido que duchar - la mira con cara de 'no sé si sabes a que me refiero' con el morro de la botella en los labios, además de una sonrisa pervertida, y ríen a carcajadas - ¿Qué tal el curro?

- Lo de siempre, ya sabes. - encoge los hombros. - Otro tío ha intentado entrarme, pero he pasado. - bebe otra vez del botellín y mira la ciudad.

- Joder hija. Parece que no tienes sangre en las venas. Necesitas salir, divertirte. Conocer gente y pasar página.

- No. Necesito terminar de pagar mis facturas del hospital para poder contratar a un detective. Eso necesito. - da un trago rápido, y sigue hablando. Para evitar el tema, Kate la distrae con comida - ¿Pedimos una pizza?

- Sí. - la rubia a palmaditas. Se da cuenta de las intenciones de desviar el tema de la morena y añade - Algún día tendrás que seguir con tu vida, Kate, y dejar de intentar tapar tu realidad - le hace una señal con el botellín hacia el pelo. Kate entiende rápidamente que se refiere a su color natural.

- Sí, algún día... Llama tú anda, que así la trae Rafael y nos regala una.

- Que cara tienes... - Kate se levanta, coge el fijo y se lo tira. Se ríe mientras se mete en el baño.

Después de una ducha, Kate se seca su larga melena morena. Mira las raíces, y ve que, efectivamente, su color real ya empieza a verse. A ver si consigue algo de pasta extra para un tinte. Oye el timbre y a los pocos minutos, la voz profunda de Rafael. El olor a pizza calentita se cuela por las rendijas de la puerta. Rápidamente se pone el pijama y sale del baño. Saluda a Rafael y se sienta en el sofá individual.

- ¿Cómo está la chiquita más trabajadora de todo Miami? - Kate sonríe. Le encanta el acento latino de Rafael.

- Como siempre, lindo. Cansada - Sue corta los trozos de pizza mientras pone los ojos en blanco.

- A ver si tú consigues convencerla de que salga más. Con tanto trabajar me está dando complejo. - ríen y Kate coge un trozo para, acto seguido, metérselo en la boca.

- Ay, linda, no puede ser. Necesitas un poco de calor humano. - Sue mira a la morena con cara de 'te lo dije', pero Kate les ignora, encendiendo la televisión.

- Estoy perfectamente, muchas gracias a los dos. Solo quiero relajarme. - con el trozo de pizza en la mano, se tumba hacia atrás, cerrando los ojos unos segundos.

- Bueno, para eso tengo esto. - Rafael saca una bolsita transparente que deja ver la marihuana de su interior.

Después de cenar, y de fumarse un par de cannabis, los tres ríen en los sillones de la terraza. Pasan las horas con risas, hasta que Rafael y Sue empiezan con su rollo. Esa es la señal para que Kate te largue a tiempo de no ver porno en directo. Entra en el baño, se asea y después se encierra en su cuarto. Coge los auriculares y se pone la música a todo volumen. Respira hondo mientras se sienta en el banco de su ventana, con los ojos cerrados por unos segundos. Su música es todo lo que tiene, y la envuelve. Apoya la cabeza en el frio cristal y clava la mirada a través de él.

Kate observa la ciudad de nuevo, mirándola con otros ojos por el efecto de la droga en su cuerpo. Ve las luces de los coches formar líneas de luz, una blanca y otra roja, sobre el asfalto de la autopista. Observa las luces de los edificios, de los hoteles y de las casas. Mira a la gente yendo de un lado a otro, frenéticos en la noche, y no puede evitar preguntarse si pertenece a ese lugar. O si el lugar del que viene es tan bello y loco como este. Sueña con los ojos abierto, se engaña a si misma diciendo que ese es su sitio. Aunque no lo sienta así. Solo necesita tiempo, y dinero, y entonces podrá saberlo todo.

Risk (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora