– ¿Cansada?
– Mucho.
– ¿Quieres hablar?
– Prefiero dormir hasta mañana.
– Lorelay, si hay algo que te agobia es mejor sacarlo que retenerlo.
Suspiré. ¿Por qué las madres siempre tienen razón? Debe ser ley de vida.
No fue hasta que me di vuelta, ya que estaba acostada boca abajo, que vi que mi mamá tiene puesta una calza negra, la remera que le regalamos con mis hermanos para el día de la madre el año pasado – morada y con letras en mayúsculas y negras dice <<HAPPY MUM>>– el pelo recogido en un rodete algo desarmado y ¿Por qué tiene puestas esas medias? Ah. Ya entendí.
– ¿Estás enferma? – esas son las medias que se pone cuando está enferma.
Ella rió.
– Cuando no me viste hoy en la mañana desayunando con ustedes, ¿No sospechaste nada?
– ¿Qué tienes?
– Nada cariño, no te preocupes. Ayer a la noche me agarró fiebre y no me sentía bien, así que decidí quedarme aquí. Dejé a tus tías a cargo por hoy – dijo sonriendo.
– Lo siento, estoy tan pensativa que no me fije que estás enferma, lo siento – le dije realmente arrepentida. Cuando ella se enferma me gusta cuidarla y hubiera faltado al colegio si hacía falta, pero estaba tan concentrada pensando en la tortura que iba a ser en entrenamiento de animadoras que no me percaté del estado de mi mamá. Y por cierto, sí, el entrenamiento fue una tortura.
– Está bien – sonrió – ahora dime, ¿Qué te tiene así?
– Bueno, creo que es mas de una cosa, ¿Por donde empiezo?
– Por el principio, es la forma más fácil.
– ¿Estás siendo sarcástica? Porque sería la primera vez que te escucho serlo.
Rió.
– Lorelay, estoy tratando de no agobiarte yo también.
Suspiro.
– Para empezar entré a la escuadra de animadoras del colegio, no porque realmente quiera serlo, sino porque la capitana es insoportable y dijo que yo no tengo el nivel para ser una de ellas, por lo que hice la audición para que cierre su enorme bocota. Los entrenamientos son los martes y jueves en el horario de educación física y ¡Hoy nos mató! Ella no hizo nada mas que mandonear toda la hora y nosotras matándonos para hacer cosas que ni ella, claramente, puede hacer. Desde ahora los martes y jueves van a ser los días que menos me gustan.
– Me alegro que lo hayas echo para demostrar que no eres como ella piensa, pero creo que deberías dejarlo en cuanto creas que no das para mas o que ya no quieres soportar a esta compañera tuya.
– Desde que salí del colegio que estoy pensando lo mismo. Como sea, eso es lo de menos.
– ¿Hay más? – preguntó con un dejo de asombro.
– Sí. Tu sabes mejor que nadie, porque eres mi mamá, que no soy de hablar de estos temas pero... creo que me gusta alguien y no sé qué hacer. – giré a mirarla y me estaba mirando asombrada; no está pestañando y no dijo nada por lo que seguí hablando – ni siquiera sé si de verdad me gusta, hace muy poco que lo conozco, pero... no sé, estoy todo el día pensando en él y lo mucho que quiero volver a verlo, no sé qué hacer – terminé con un suspiro. Unos segundos después ella seguía en silencio – ¿Mamá?
Ella sacudió su cabeza, como saliendo de un trance.
– Me tomaste por sorpresa. ¿En serio piensas todo el día en él y estás ansiosa por volver a verlo?
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La vida de Lorelay
Teen FictionLorelay no pensó que ir al colegio de nuevo le traería grandes personas a su vida y, dentro de ellas, él y sus ojos expresivos. Cuando menos lo esperaba cayó en la trampa del amor otra vez, traicionando a sus propios instintos de defender su pobre c...