El lunes, esperé ansiosa algún mensaje de Derek, pero no recibí ninguno durante el día. Nate tenía que agarrar mi mano cada vez que empezaba a tamborilear con mis dedos en el pupitre del colegio. Al principio lo soportó pero después se hartó. Me dijo que me quede tranquila, que ya me va a mandar algún mensaje o que, sino, sea yo la que le mande un mensaje; el problema es que todavía no encuentro el coraje para hacerlo.
Cuando estaba por irme a dormir esa noche, me llegó uno: <<Lamento no haber mandado ningún mensaje hoy, las leyes no me lo permitieron. Que duermas bien :) Derek x>>. Se lo respondí sonriendo y feliz que pro lo menos haya sido un mensaje de buenas noches. No saber nada de él durante el día me pone nerviosa, pero sé que no debo ponerme así. Lo sé y aún así, no puedo evitarlo.
.....
El martes recibí un mensaje de él a penas me desperté, deseándome buenos días. Mi día empezó aún mejor que el lunes y estuve tranquila, sin tener que hacer que Nate agarre mi mano para detener la batería que hago con mis dedos sobre mesas o pupitres.
La profesora Stewart esta vez presenció el entrenamiento de las animadoras y Stacy nos hizo practicar una nueva rutina. En realidad no era nueva, era una versión mejorada de la que habíamos aprendido el jueves pasado. El primer campeonato de animadoras tiene fecha para finales de noviembre, así que tenemos tiempo para poder hacer una buena rutina y llevarnos el trofeo. No tengo idea de cuándo terminan, solo espero poder pasar la semana de navidad con mi familia sin tener que venir a practicar.
Hablé con Addie y con Eppy, ya que desde el domingo que no sé nada de ellas y no es costumbre nuestra pasar muchos días sin saber nada de nosotras. Addie está recuperándose perfectamente bien de la ruptura con su novio, sospecho que cierto chico con rizos castaños y ojos celestes tiene que ver con eso, pero no le hice ninguna pregunta; si ella quiere contarnos algo, lo hará en el momento que ella crea que es correcto. Eppy no contó mucho, solo que en su colegio los profesores están un poco exigentes y por eso no tuvo tiempo de hablarnos, tiene muchos trabajos para hacer.
Cuando terminé de hablar con ellas por teléfono, me dejé caer en mi cama. Mis relajaciones las mayoría de las veces son momentáneas, no porque quiera, sino porque cuando mi mente y cuerpo empiezan a distenderse, alguna de mis primas me llama por teléfono, mamá o papá me llaman desde abajo o, como está sucediendo ahora, Rory entra a mi cuarto estrepitosamente por la puerta del vestidor. Estos son los momentos en los que maldigo a la terrible idea de mi madre de habernos echo el vestidor compartido.
– ¡Hola Loriii! – exclamó Aurora.
– Hola Rory – dije sin muchas ganas.
– ¿Cómo fue tu día? – preguntó felizmente, acostándose a mi lado.
– Me hiciste esa pregunta hoy al medio día...
– Bueno... ¿Cómo te fue después de que no nos viéramos mas en la tarde?
– Estuvo bien. ¿El tuyo?
– Igual.
Nos quedamos en silencio. No sé si vino para que le cuente algún chisme nuevo o solo para saber cómo estoy, pero si es así voy a esperar a que solo haga la pregunta.
– ¡Hola mis queridas hermanas! – exclamó Robbie entrando en mi habitación.
Rory y yo nos sentamos en la cama contra el respaldo.
– Hola Robbie – dijimos al unísono con una sonrisa.
Se acercó y se sentó en el borde de la cama, justo frente a mi.
– Max festeja su cumpleaños número veinticuatro el viernes y tu estás cordialmente invitada – me dijo Robbie.
– ¿Ya cumple veinticuatro? – exclamé.
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La vida de Lorelay
Подростковая литератураLorelay no pensó que ir al colegio de nuevo le traería grandes personas a su vida y, dentro de ellas, él y sus ojos expresivos. Cuando menos lo esperaba cayó en la trampa del amor otra vez, traicionando a sus propios instintos de defender su pobre c...