Clara siempre lleva consigo un cuaderno en el que ha reunido todo lo que le gustaría hacer antes de morir, pero para poder hacerlo necesita un pequeño empujón, y ese empujón se llama Oliver.
Oliver, un chico algo "peculiar".Con un pasado oscuro, pe...
-Hemos llegado. - dijo ella sacando la llave del contacto.
-¿Dónde estamos? - preguntó sorprendido.
¿Dónde estaban? En ninguna parte, solo era una llanura verde que solo albergaba una casa pequeña y antigua. Era el tópico de casa , una puerta de madera, dos ventanas divididas en cuatro partes , tejas en la parte de arriba... la versión real de la casa que dibujan los niños pequeños.
-Tenemos que ir al granero.
Clara había estado investigando en internet, y al final había conseguido encontrar lo que estaba buscando, alguien que tuviese un globo aerostático y pudiera prestárselo.
-Buenos días. - le dijo al chico que esperaba en la puerta del cobertizo.
-Hola. - contestó él amablemente, rondaría los treinta años, era alto y rubio, con unas gafas de las baratas que le daban el aspecto del típico nerd , a Clara le recordó un poco a su padre cuando era joven.
-Soy Clara, hablé contigo por teléfono.
-Claro, en seguida monto el globo. - caminó hacia una cesta de mimbre con base cuadrada de dos metros de ancho y uno y medio de alto.
-Pero... ¿por qué no está listo? Llamé con antelación. - se quejó ella, si Clara odiaba algo era esperar, no sería la primera vez que se iba del supermercado dejando la cesta por no esperar esas interminables filas.
-Le sorprendería cuanta gente reserva un globo aerostático y luego no se presenta .- dijo el hombre montando el mecanismo.
Clara bufó frustrada , pero al ver la cara de ilusión de Oliver una sonrisa inundó su rostro.
-¿Qué te ocurre? - preguntó ella dando un golpe en su brazo para llamarle la atención.
