Cosa de magia (Dr. Extraño y tú)

Casualidades

Me había levantado muy temprano, sobre las siete de la mañana.

Cuando estaba allí no me gustaba hacerme la holgazana, es más apenas lo necesitaba.
Fui a desayunar y me encontré con la sorpresa de que Stephen aún no se había levantado.
El anciano me ordenó que fuese a buscarle a su dormitorio, ya  que seguramente se hubiese acostado más tarde de lo normal.

Caminé por los pasillos hasta llegar a una habitación tan solo dos puertas más alejada de la mía.
Abrí con cuidado de no hacer ruido y dejé que los rayos de sol iluminasen la estancia corriendo las cortinas.
Stephen dormía plácidamente en su cama boca arriba. Las sábanas le llegaban un poco por debajo de su pecho desnudo, sus brazos estaban totalmente estirados y su mejilla izquierda se apoyaba contra la almohada.

Cuando dormía, Stephen tenía un aspecto muy tierno, dulce y casi angelical.
Me senté a su lado lentamente para no despertarle bruscamente y acaricié su cabello.
-Stephen- dije con suavidad -es la hora de despertarse-
-Mmmmm...- dijo girando la cara.
-Stephen- dije sacudiéndole con suavidad -vamos despierta-
-Buenos días- dijo bostezando para luego abrir los ojos y mirarme -¿Qué hora es?-
-Las siete y media- dije -todos te esperamos abajo-
-¡Mierda me he dormido!- dijo destapándose rápidamente para arreglarse en su baño.

Comencé a realizar una cuenta atrás para ver cuanto tiempo tardaría en descubrir las nuevas capacidades de sus manos.

Cuando pasaron unos quince minutos, pude escuchar un grito dentro del baño.
Una sonrisa iluminó mi rostro al ver a un Stephen asustado saliendo del baño totalmente arreglado.
-¿Cómo es posible?- dijo él -mis manos...-
-Todavía no están curadas del todo- sonreí  -pero a partir del lunes lo estarán-
-Gracias- dijo él para abrazarme -me has devuelto la vida con esto-
-Siempre es un placer ayudar- dije -a un amigo-
-No sé como agradecerte esto- dijo él -¿Qué puedo  hacer?-
-En el pueblo hay un festival para celebrar el final del invierno- dije -podríamos ir y así nos conocemos un poco más-
-De acuerdo- dijo él -¿Esto es una cita?-
-Solo dos amigos- dije con una suave risa antes de abandonar la habitación con él -que saldrán de fiesta juntos-

Una sonrisa iluminó el rostro del aprendiz, el cual depositó un suave beso en mi cabello.

Una vez terminamos de desayunar, el maestro me enseñó nuevas formas de controlar mis poderes.
Las manos seguían doliéndome cada vez que intentaba controlarlos, me costaba mucho soportarlo y el sudor bañaba mi frente por el sufrimiento.
El maestro tomó hielo y me lo puso en las palmas, pero se derritió al contacto con mi piel.
-Ha tardado un poco más en derretirse- dijo él -eso es que estás progresando-
-El problema es el dolor- dije -es tan fuerte que siento ganas de cortarlas-
-No deberías quejarte de ello- dijo el anciano -otros apenas podían sentir el calor humano-
-Si lo dice por Stephen- dije -he conseguido curarle, al menos un poco-
-Lo sé- dijo él con una suave sonrisa -y eso demuestra que tu corazón es grande y fuerte como el de un dragón. No le conocías y eso no te impidió ayudarle-
-Maestro- dije -¿Cree que debería contarle mi secreto?-
-No te apresures- dijo él -las prisas nunca son buenas-
-De acuerdo- sonreí -iré a ayudar un poco al personal-

El anciano hizo una pequeña reverencia que correspondí y fui a ayudar a los demás.

Una vez terminamos el proceso de curación de Stephen, ambos nos preparamos para ir al pueblo.
Decidí llevar unos pantalones vaqueros con una camisa de flores y una cazadora de cuero marrón. Como calzado, llevaba una botas marrones y mi maquillaje era muy natural.
Stephen me esperaba en el pasillo con unos vaqueros, una camiseta blanca y por encima una camisa de cuadros verdes.
La verdades que vestido de aquella forma, se veía muy  bien.

Durante el camino, Stephen tomó mi mano para que no me cayese. Aquel gesto me dejó verlo caballeroso que era en realidad.
Cuando el camarero del restaurante nos dio mesa, el hijo de los dueño vino a saludarme.
-Hola doctora- dijo el pequeño con una dulce sonrisa.
-Hey- dije sonriendo -¿Cómo se encuentra tu hermana?-
-Muy bien- dijo el niño sonriente -papá dice que invita la casa para usted y su novio-
-No- dije sonrojada viendo como Stephen reía con suavidad -solo es un amigo del templo-
-Ah- dijo acercándose a mi oído para susurrar -hacen muy buena pareja-
-Vale- reí -¿Nos vas a tomar nota tú?-
-Si- dijo él sacando una libreta de su bolsillo.

Una vez pedimos las cosas al niño, Stephen y yo volvimos a quedarnos solos.

Desdobló su servilleta con suavidad yme miró con una sonrisa.
-Es increíble como piensa la gente- rió -y eso que solo nos conocemos desde hace unas horas-
-Si- dije algo sonrojada -bueno... ¿Por qué no me cuentas algo de ti?-
-Pues- dijo él -antes vivía en Los Estados Unidos, era cirujano y tenía una gran fortuna. Un día tuve un accidente de coche y mis manos quedaron inutilizadas. También tuve dos hermanos, mi hermana, por la cual me hice médico, falleció   ahogada y mi hermano murió en un accidente de coche tras una discusión conmigo-
-Vaya...- dije sorprendida -no me esperaba una historia así-
-¿Y tú qué?- dijo él -no sé nada sobre ti-
-Pues también vivo en Estados Unidos- dije -mi padre está molesto conmigo por una discusión que tuvimos, vivo con un amigo suyo, de lo que la verdad no me arrepiento, y vengo aquí para tomarme un pequeño relax de mi agitada vida allí-
-¿También eres médico allí?- dijo él con curiosidad.
-No- sonreí -digamos que trabajo en una especie de... Organización para ayudar a los demás-
-¿Cómo una ONG?- dijo él.
-Si...- dije pensando lo estúpido que sonaba llamar a S.H.I.E.L.D. ONG -algo así-

Poco a poco Stephen  yo fuimos conociéndonos  poco a poco aquella noche.

Gracias a aquel festival descubrimos que teníamos muchas en común,  tantas que no nos lo podíamos creer.
Era como si el destino nos hubiese unido por una gran casualidad.