La carta

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Cuando Stephen se fue, yo me fui a mi dormitorio mientras Vincent seguía jugando con su tío favorito.

Me senté en la cama y miré el sobre en el que se encontraba la carta que Stephen me había dado.
Dudé unos minutos entre leerla o simplemente tirarla a la basura, pero finalmente decidí abrirla.

Desdoblé el folio del interior y comencé a leerla.

Querida (T/N)_____:

Sé que te resultará extraño leer esto tras haber visto a Stephen y, probablemente, ya te haya contado que no estamos juntos.

Quiero que sepas que lo que te ha dicho sobre nuestra ruptura es cierto, pues yo me he ido a mi planeta natal.
Además he de admitir que contigo siempre ha sido más feliz que estando a mi lado.

Aparte de eso, también tengo que decirte que nunca he visto a un hombre tan locamente enamorado como él lo está de ti, pues en ocasiones me llamaba por tu nombre en lugar de Clea.
Además de que solía tener unas horribles pesadillas en las que tú aparecías, pero nunca me contó de que se trataban.

Por último, quiero pedirte perdón por todo el daño que te he causado.
Si hubiese sabido que estabas embarazada, jamás hubiese intentado seducir a Stephen y ni siquiera le hubiese mirado de la forma en lo que lo hice.

Espero que forméis una familia feliz y que sigáis juntos por mucho tiempo.
Cuídales mucho a los dos y dales todo ese amor que solo tú sabes darles.

Con cariño

Clea

Todavía no podía creerme que aquella carta fuese real.
Clea se había ido y Stephen aún me amaba.

Dejé la carta en mi mesita de noche y fui al baño para arreglarme.
Tomé una buena ducha para aclarar mis ideas y me maquillé de una forma muy natural.
A continuación me dirigí a mi armario y saqué un vestido corto con vuelo de color rosa palo con unos zapatos de tacón negros.

Salí de nuevo al salón donde todos los miembros del equipo se encontraban.
-¡Guau!- dijo Thor para luego silbar -¡Menudo bombón!-
-Cállate- reí dandole un suave golpe en los abdominales.
-Estás preciosa- dijo Pepper con una dulce sonrisa.
-¿Quién es el afortunado?- preguntó Tony.
-Voy a abrir yo- dijo Bruce llendo a la puerta -¡Hola Stephen!-
-Ouuuuuu- dijo Steven moviendo las cejas -retomando viejos lazos amorosos-
-Solo vamos a cenar- dije dándole su chupete a Vincent que estaba en el regazo de viuda -procura que se duerma temprano-
-Si- dijo ella con una sonrisa -Hola Stephen, que guapo vienes-

Giré mi rostro para ver a un Stephen perfectamente arreglado con un traje negro, camisa blanca y corbata roja.

La verdad es que los trajes le sentaban como un guante.
-¿Estás lista?- dijo con una suave sonrisa mientras besaba la cabecita de nuestro pequeño.
-Si- dije agarrando mi bolso y un abrigo negro -ya podemos irnos-
-Cuidad al peque- respondió el doctor.
-Y tú de ella- dijo Thor con seriedad -o te ganarás un golpe de martillo-

Les dedicamos una sonrisa y abandonamos el edificio.

Justo en la puerta, había un precioso Lamborghini de color negro, cuyas luces se iluminaron cuando Stephen apretó un botón de su llavero.
-Espero que te guste la velocidad pequeña- dijo abriéndome la puerta del coche.
-Creo recordar que la velocidad fue lo que te dejó sin trabajo- dije seria.
-Si- dijo subiendo al coche -pero también me permitió conocer a la mujer de mis sueños-

Ante aquel comentario no pude evitar sonrojarme.

Stephen mostró una enorme sonrisa y aceleró el vehículo.
El motor rugía y la velocidad hacía que mi espalda se quedase pegada al asiento de cuero.
La adrenalina recorría mi cuerpo y era una sensación maravillosa.
Se notaba que el doctor era casi un profesional de la velocidad.

De pronto frenó el coche en una colina desde la que podíamos ver toda la ciudad iluminada bajo el cielo nocturno.
-Stephen esto es precioso- dije contemplando las vistas -¿Cómo lo descubriste?-
-Es mi lugar favorito- dijo tomando mi mano con suavidad -siempre quise traerte aquí pero nunca tuve la ocasión-
-Es un sitio tranquilo- dije deslizándome un poco sobre el asiento -podría contemplar esto todos los días-
-Tal vez lo hagas- dijo con una sonrisa.
-¿Qué?- dije extrañada.
-Nada- dijo mirando el reloj -se está haciendo tarde y tenemos que ir al restaurante. Mejor no perdamos más tiempo, podemos volver después-
-Está bien- dije con una suave sonrisa.

Stephen volvió a poner en marcha el motor para irnos finalmente a cenar.

Fuimos al restaurante más caro de la ciudad, pues Stephen solía ir a menudo como cirujano de prestigio antes del accidente.
Los camareros eran muy rápidos, aunque las raciones de comida eran demasiado pequeñas y yo estaba hambrienta.
Todos los platos eran deliciosos, pero lo que más me gustaba era la compañía de Stephen.

Tuvimos una agradable conversación sobre el trabajo, el equipo y sobretodo de nuestro pequeño.
Estaba empeñado en ser un padre ejemplar para Vincent, lo cual agradecía enormemente.
Sabía perfectamente que él podría ser un buen padre y estaba dispuesta a dejarle intentarlo.

Cuando salimos al parking, Stephen pasó su brazo por mi hombro.
-¿Te a gustado?- preguntó con una sonrisa.
-Si- respondí sonriente -pero la verdad... sigo teniendo hambre-
-Pues la verdad es que si- rió el doctor -siempre que volvía a mi apartamento acaba devorando lo que hubiese en la nevera-
-¿Qué te parece si vamos al Burger King más cercano?- sonreí -y esta vez yo invito-
-Está bien- dijo abriendome la puerta del coche para luego subir -podemos comer en nuestro sitio especial-
-Me parece perfecto- sonreí.

Stephen volvió a conducir hacia el restaurante y pidió dos menús para llevar con un helado de postre para cada uno.

Una vez llegamos al sitio, nos bajamos del coche y Stephen sacó una manta del maletero para ponerla en el suelo.
-Un picnic improvisado- dijo con una sonrisa.
-Podías haberlo pensado desde el principio- reí -sabes que no necesito más-
-Tan solo quería consentirte- dijo acariciando mis mejillas -como la reina que en realidad eres-

Cosa de magia (Dr. Extraño y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora