¿Desplazada?

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Para vigilar mis progresos de cerca, yo y Stephen nos fuimos de nuevo al templo.
Allí pude mejorar mis habilidades, aunque ya estaban avanzadas.

Yo me encontraba en el patio practicando mis habilidades cuando Stephen salió para ver las clases de Mordo.
Para que estuviese más cómoda, decidí practicar sin ayuda, tan solo la de Strange.
-Has mejorado mucho- dijo Stephen con una sonrisa.
-Gracias- dije con una sonrisa mientras respiraba algo agitada -¿Sabes algo?-
-Dormammu sigue sin aparecer- dijo él -y sus seguidores siguen dando problemas-
-Quiero ayudarte- dije con un puchero -me aburro-
-Sabes que esa cara no funciona conmigo- dijo con una risa -y hasta que el doctor no te de permiso no lo harás-
-Tú eres mi doctor- dije con un suave gruñido -parece que quieres llevarte toda la gloria-
-No es cierto- dijo él.
-Si lo es- dije -ese enorme ego tuyo sigue presente aún. Pero no me importa porque te quiero tal cual eres-
-Ven aquí- dijo para besarme con suavidad -pronto podrás actuar-
-¿Cuándo?- dije.
-Se paciente- sonrió.

Estaba demasiado cansada para continuar, así que decidí cambiarme y acudir a la biblioteca.

Allí el bibliotecario estaba colocando los libros muy centrado.
-Buenos días Wong- dije para agarrar una escalera.
-Buenos días (T/N)____- dijo él con una sonrisa -es raro verte en este santuario ahora-
-Ya- reí -el doctor apenas me deja hacer nada ahora-
-Te he oído- dijo Stephen saliendo de detrás de una estantería.
-Me alegro- dije con una risa -¿Algún libro interesante que no me haya leído ya?-
-No- dijo Wong -te los has leído todos ya-
-Está bien- dije agarrando un libro al azar.
-Recuerda que tienes que practicar- dijo Stephen.
-Si papá- dije con burla.

Me fuí a un escritorio y leí el libro tranquilamente.

Sin esperarlo alguien cerró el libro de golpe.
Levanté mi rostro y vi como Stephen me miraba con una sonrisa.
-¿Qué tal te encuentras?- dijo él -esas molestias que tienes-
-Hoy estoy mejor- dije -aunque anoche apenas pude dormir-
-Deberías de ir al médico- dijo acariciando mi cabello -solo para asegurarnos de que no es lo que pensamos-
-¿Acaso lo ves como un problema?- dije.
-Para nada- dijo Stephen con una sonrisa -eso sería maravilloso amor-
-Pero no me dejarías ayudaros- refunfuñé.
-Si es así no- dijo él -tendrías que cuidarte y velar porque ambos estuvieseis bien-
-Lo sé- dije -pero también debes comprender que quiero ayudar. Soy la única chica con poderes de fuego Stephen...-
-No quiero que te suceda lo mismo de nuevo- dijo él -venga tienes que seguir practicando-

Abandonamos el santuario y volvimos al templo para seguir practicando.

Había avanzado mucho y podría decirse que incluso estaba por encima de Stephen, lo que no le hacía gracia.
Por otro lado, mis poderes habían incrementado su fuerza pero no tenía dificultades para controlarlos a pesar de que el dolor persistía.
-Eres buena- dijo Stephen -aunque no tanto como yo-
-Soy mejor- dije riendo para agarrar su látigo y atar su tobillo con uno que yo había generado para tirarle al suelo mientras reía.
-Vale- rió -aunque recuerda que yo soy el hechicero supremo-
-Lo sé- dije para sentarme sobre sus abdominales -pero me gusta verte... rendido a mis pies-
-Siempre lo estaré amor- dijo con una dulce sonrisa antes de besarme con suavidad.

De pronto unos pasos y una tos hicieron que nos separásemos.

Mordo nos miraba de brazos cruzados con semblante serio.
-Puedo volver luego- dijo él -si quereis-
-No es necesario- dijo Stephen para levantarse y ayudarme -ve a tu dormitorio pequeña, nos veremos más tarde-
-Stephen- dije con un suspiro.
-Ahora no querida- dijo para abandonar la sala con Mordo.

Cuando se fueron, di una patada a la mesa haciendo que una de las patas se rompiese.

Mordo se estaba metiendo mucho en nuestra relación y no soportaba que lo eligiese a él antes que a mí.
Si por su culpa acababa perdiéndole no podría soportarlo.

Me fui a mi dormitorio como Stephen me había dicho y me tumbé sobre la cama.
Agarré mi teléfono y vi una llamada de mi padre, por lo que decidí devolvérsela.
-¿Diga?- contestó.
-Hola papá- dije con una sonrisa.
-¡Hola princesa!- dijo lleno de alegría -¿Qué tal estás? ¿Cómo va todo?-
-Bien- sonreí -todo va bien... por ahora-
-Eso no suena convincente- dijo él -¿Qué ocurre?-
-Parece que todo el mundo me desplaza- dije con un suspiro -no se nada de los chicos... y Stephen... está todo el día con Mordo-
-Mi amor- dijo con una suave risa -están muy ocupados luchando-
-Si tan ocupados están- dije molesta -¿Por qué no me dejan ayudar?-
-Porque no quieren que te hagas daño de nuevo- dijo serio -si te perdemos...-
-Déjalo- dije molesta -ha sido un error llamar...-
-No digas eso cielo- dijo con pena.
-Adiós papá- dije para colgar.

No aguantaba más estar allí encerrada, por lo que decidí dar una vuelta por el pueblo.

Mantenerme alejada de la lucha no iba a serviles de nada, puesto que sin mí su fuerza se veía reducida.
Por otro lado si no me habían contactado, lo más probable sería que estuviesen mejor sin mí, lo que hacía que sintiese un enorme vacío.

Me senté en un muro contemplando como los niños jugaban mientras fumaba un cigarrillo.
De pronto unos pasos sonaron a mi espalda.
-Señorita no es sano fumar- dijo un hombre sentándose a mi lado.
-¿Qué le importa?- dije pasando de él.
-No ahogara la pena del rechazo- dijo con una sonrisa ladeada -Duele cuando los que quieres te desplazan ¿Verdad?-
-¿Cómo lo ha sabido?- dije sorprendida.
-Sé muchas cosas de usted señorita (T/Apellido)_______- dijo el hombre de cabello recogido.
-Yo de usted sin embargo no- dije -¿Quién es usted?-
-Considérame un amigo- dijo con una suave sonrisa -créeme esa gente no sabe lo que pierde al rechazar a alguien como tú-
-No creo que lo hayan hecho- dije intentando tener esperanza -ellos me quieren-
-¿Por eso no te dejan hacer lo que realmente quieres?- dijo dejándome totalmente desconcertada.

Cosa de magia (Dr. Extraño y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora