Capitulo 8; La furia de la Doña

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Elena salio del baño con su camisón de seda y la bata ligeramente abierta, se sentó en la cama y comenzó a extender la crema por sus piernas. Había sido un día bastante pesado, paso por el bar para comprobar que habian tenido mucho éxito en la recaudación de la noche anterior, por el hotel para ver a su madrina y se había despedido de Marcos, que regresaba a Miami.

La puerta de su habitación se abrió sobresaltándola y cuando poso la vista en ella una sonrisa se dibujo en su rostro.

-Si hubieras llamado yo misma te habría invitado a pasar –Elena observo a Oscar parado en la puerta -¿En que puedo ayudarte?

-Se trata de Diablo –El la miro seriamente –Esta enfermo

-¿Cómo que esta enfermo? –Elena se levanto de golpe dejando caer al suelo el bote de crema -¿Qué le pasa?

-No se, esta tarde estaba bien pero ahora –Oscar suspiro –Creí que querrías saberlo

-¡Por supuesto que quiero! –Camino hacia la puerta y haciéndole a un lado salio de la habitación y camino a prisa por el pasillo -¡Roberto!

-¿Qué pasa? –Roberto abrió la puerta de su habitación y salio al pasillo preocupado

-¡Ve a buscar un veterinario! –no dio explicación alguna, siguió su camino bajo las escaleras de la casa y salio de ella dirección a los establos, nada mas le importaba

-¿Qué es lo que pasa? –Roberto miro a Oscar confundido

-Diablo se enfermo –Oscar frunció el ceño –Es extraño

-Diablo –Roberto inspiro aire profundamente, el caballo de Elena.  Ella nunca se había separado de su caballo desde que Papa Jou se lo había regalado.  Si algo le pasaba a ese caballo que temblara la tierra, la Doña arrasaría con todo a su paso –Ire al pueblo a por el veterinario

Oscar salio de la casa dirección a las cuadras y se paro en la entrada de donde se encontraba Diablo, Elena estaba arrodillada junto a el, acariciándolo.  Por un momento le pareció ver a una mujer totalmente distinta, una lagrima caía por su mejilla y tuvo la tentación de acercarse y consolarla.  Se veía tan dulce, vulnerable. 

-Roberto fue en busca del veterinario –Oscar la miraba fijamente –No tarara en llegar

-¿Se acerco alguien al caballo? –Elena volvió a tomar esa actitud fría y distante, se levanto del suelo y camino hacia el.

-No, no creo –Oscar frunció el ceño

-¿No crees? –Elena apretó la mandíbula molesta –Si algo le ocurre a mi caballo tu serás el culpable

-Yo no tengo la culpa de que se enferme –Oscar la miro a los ojos

-Tu tenias que vigilarlo –Elena se acerco mas –Tiembla si algo ocurre, porque entonces si conocerás a la Doña

La DoñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora