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Para cuando llegué a casa me sorprendió ver el auto de Josh estacionado en la acera. A través del cristal vi que llevaba unas gafas de sol puestas y sus manos se aferraban al volante como si estuviera listo para arrancar.

-¡Abby!.- bajo rápidamente del auto en cuanto me vio cruzando la acera. Llego hasta mi a grandes tropezones y se quitó las gafas de los ojos. - necesito que vengas conmigo.

Tenía que estar de broma. No había comido nada aún, necesitaba darme una ducha y estaba agotada por el gimnasio esta tarde. No era que no quisiera ir con él pero en realidad estaba muy cansada.

-Josh realmente estoy muy cansada y tengo que ducharme, además...

-No tardará mucho lo prometo.- me interrumpió e hizo un pequeño pucherito con los labios.

-¿Qué tan importante es?.- pregunté con una mueca de desagrado.

-Mucho- me miró impaciente.- por favor, prometo que no tardará.

-Esta bien.- finalmente accedí con un suspiro y pase la bolsa de deporte a mi hombro de nuevo, subimos a su auto y nos pudimos en marcha.

Cuando por fin llegamos al lugar no me sorprendí en lo absoluto. Josh era el tipo de persona que amaba el arte y visitaba al menos una vez cada dos meses un museo, este era uno pequeño que nunca había visitado anteriormente pero conociendo a Josh, había algo que quería mostrarme específicamente dentro.

-Vamos.- bajó del auto y abrió la puerta para mí, dándome la mano para seguirlo.

Subimos cuesta arriba las grandes escaleras y Josh abrió nuevamente la puerta para mí. A pesar de que el lugar parecía pequeño por fuera, por dentro era todo lo contrario. Tenía preciosas vitrinas de cristal por todas partes y un segundo piso que parecía rodeado de pinturas abstractas. El museo en sí no parecía mostrar ningún tipo de escultura salvo por una de una pareja al fondo, pero realmente no tenía mucho que ver.

Subimos un tramo corto de escaleras al segundo piso y caminamos un poco, comencé a observar las pinturas a detalle, me parecían coloridas y bien combinadas pero realmente no encontraba mucha forma en ellas, no podía notar lo maravilloso que todos decían que tenían; Josh dice que me falta visión, pero realmente no siempre puedo encontrarles forma o significado alguno.

-Abby, sígueme.- puso su mano en mi espalda baja alejándome del cuadro que estaba observando.

Nos dirigimos a una gran puerta al fondo del piso y esperamos un momento afuera, eso hasta que llamaron a Josh a pasar y ambos entramos.

Estuvimos sentados alrededor de cinco minutos cuando un hombre de mediana edad apareció y se sentó frente a nosotros en un escritorio. Miraba a Josh constantemente buscando una explicación del que hacíamos aquí, pero lo único que recibí por su parte fue un corto guiño.

Después de lo que parecieron horas de platica entre Josh y el hombre, finalmente comencé a prestarles un poco de atención. Lograba entender que hablaban de pinturas y cosas por el estilo, pero buscaba un propósito del por qué estábamos aquí.

Finalmente después de escucharlos unos minutos más comprendí lo que sucedía. Suspiré dramáticamente y ambos se volvieron a mirarme. Me removí un momento en mi asiento y mire con los ojos muy abiertos a Josh esperando alguna respuesta de su parte. No podía creer lo que estaba pasando, ¡Josh iba a comprar una parte del museo! Realmente eso era una locura. Con la universidad en apenas unas semanas, más el trabajo en la fábrica de su padre dudaba mucho que pudiera hacer algo en el museo. Espere a que me dijera algo pero simplemente tomó la hoja del escritorio frente a él y una pluma, cuando estaba a punto de firmar decidí detenerlo.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora