14

3.9K 160 7
                                    

Desperté muy temprano la mañana siguiente, había muchas cosas que hacer y si no lo hacía desde temprano, no lo lograría. Mi padre llegaba hoy y tenía solamente dos horas para desayunar, arreglarme, enviar ciertas solicitudes a universidades las cuales ya sabia que estaba enviando tarde pero mejor tarde que nunca, y debía recoger a mi padre quien me había cambiado todo de última hora informándome que llegaría hoy, así que realmente no tenía mucho tiempo.

Me arregle muy apresuradamente con algo cómodo y baje corriendo a desayunar. Mientras lo hacía, saque mi laptop rápidamente y comencé a teclear y llenar los requisitos necesarios, no era tan complicado lo que me pedía pero tardaría algo más en sacar algunas copias y subir todo a la computadora. Cuando termine de desayunar aún tenía algo de tiempo extra para continuar con mis solicitudes hasta que recibí un mensaje de mi padre, al parecer su vuelo había llegado antes de lo previsto. Subí rápidamente a mi auto despidiéndome de las chicas de limpieza y me puse en marcha al aeropuerto.

Mil cosas pasaron por mi mente en el camino y me pregunté muchas veces por qué diablos me ofrecí a hacer esto digo sí, extraño a mi padre pero el chofer pudo recogerlo y pude verlo más tarde en casa. El tráfico estaba espantoso y nada parecía moverse, pero por fin después de unos treinta minutos, llegué.

Me pasé por los pasillos y encontré la banda de maletas del vuelo de mi padre, así que decidí esperarlo ahí. Estuve de pie algunos minutos cuando demasiada gente empezó a aparecer obstruyendo un poco mi vista, me moví hacia los lados y por fin lo visualice caminando hacia la banda hasta que me vio, con una gran sonrisa ambos acortamos la distancia y estuvimos abrazados un largo rato.

Subimos las maletas al carro y nos pusimos en marcha a casa, platicando algunas cosas de su viaje.

-¿Tuviste compañía en el regreso?.- platicábamos de su vuelo en general.

-Solo una pequeña niña que lo paso dormida todo el trayecto- dijo con una sonrisa.- de hecho, me recordó un poco a ti.

-¿Ah sí?.- pregunté sonriente y mirándolo de reojo.

-Si, tenía algunas pecas alrededor de su rostro y automáticamente pensé en ti y en lo mucho que quería verte.- odiaba cuando mi papá decía eso porque lo hacía constantemente, digo no cualquier niña pecosa se debe parecer a mi. No iba a reclamarle nada por ello, simplemente me extrañaba. Nos dimos unos segundos la mano en forma de caricia hasta que sonó mi celular.

Número desconocido.

-¿Hola?.- conteste con él pegado al hombro para mantener mis manos al volante.

-Abigail me alegra tanto encontrarte, soy Mark- ¿Mark el del gimnasio? ¿Que quería?.- mira Abby, se que no somos muy amigos pero eres la única esperanza que me queda, ¿podrías hacerme un favor? Es diminuto, en serio pero ningún chico quiere hacerlo, ya sabes como son.

-¿De que va?- pregunte sin rodeos. Hoy era uno de los días menos indicados para hacer favores y Mark en serio me lo estaba complicando.

-¿Podrías venir a cuidar el gimnasio un par de horas a la noche?- su voz se escuchaba desesperada.- sé que no vas los sábados pero los chicos quieren ir a ver una pelea y estoy fuera de la ciudad, ninguno puede quedarse y necesito a alguien que yo personalmente conozca por ahí. Si no puedes lo entenderé pero Abigail, eres mi única opción.

-¿Habrá otros chicos ahí?.- pregunté tímidamente. Realmente si iba a ayudarle en esto, no estaba en mis planes toparme con alguien como Harry o Will.

-Harry estará un rato pero él me ayudara a la tarde, tú a la noche si es que accedes- excelente, no quería encontrarme a nadie y mucho menos el.- Abby puedo pagarte un poco, pero necesito que me ayudes, nadie más quiere hacerlo y no puedo permitir que se quede solo.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora