19

3.1K 106 7
                                    

Abrí la puerta metálica y me adentré en el área de boxeo. Mi mañana había sido bastante sencilla, trabajé un par de horas en la biblioteca pero cerramos temprano así que fui a comer a casa y a descansar un poco antes de venir aquí. Seis de la tarde y mi plan era sencillo: tratar de terminar los ejercicios en poco menos dos horas par que cuando Josh me recogiese a las ocho estuviera fría y lista para irnos a cenar. Había traído un cambio de ropa y cosas para ducharme pero realmente no se me antojaba hacerlo aquí, nadie jamás usa los baños ni las regaderas de aquí a pesar de que hace poco los reabrieron y se ven muy limpios. El otro día vi que algunas chicas entraron así que si hoy veo que alguien lo hace, probablemente también lo haré yo.

Metí mis cosas en el casillero número veintitrés, puse el pequeño candado y regresé de prisa al gimnasio. Deje mi bolso en la banca de siempre. Para mi sorpresa no había muchos chicos hoy, había escuchado que varios habían salido a ver un partido o algo por el estilo, igual me parecía perfecto, mientras menos gente mejor. Tomé una cuerda, me coloqué mis auriculares Bluetooth para evitar enredarme y me dispuse a saltar. Antes de poder realizar el primer salto alguien se me puso enfrente. Harry. Llevaba unos shorts negros, una playera blanca y un par de tenis negros también. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí parado? Estaba tratando de decirme algo.

-¿Perdona? ¿Haz dicho algo?.- me quité uno de los auriculares. No lo había visto cuando llegué, seguramente va entrando.

-Que dejes la cuerda, no empezarás con eso- señaló la cuerda. ¿Qué? Le di una mirada confusa.- Yo te ayudaré hoy.

Seguro que me iba a ayudar, aún recuerdo la primera vez que vine aquí cuando dijo que él no me ayudaría por no saber nada y por eso asignaron a Connor, no gracias.

-Ah... ya se lo que debo hacer, pero gracias.- me puse mi auricular de nuevo. No quería ser grosera con él pero tampoco quería su ayuda.

Me quitó la cuerda de las manos. ¡Me quitó la cuerda! ¿Qué quiere ahora?. Volví a quitarme los auriculares y lo miré mal.

-Comienza a trotar alrededor del ring.- se dio media vuelta mientras enrollaba MI cuerda para colocarla en su sitio de nuevo. ¿Qué le pasaba? Por supuesto que no iba a hacer lo que él me decía. Además, ¿qué no se supone que estaba suspendido?.

No me moví. No iba a correr, primero iba a saltar la cuerda. Me crucé de brazos.

-Vamos, a trotar.- me hizo señas para que me moviera pero no iba a hacerlo. Obviamente no me molestaba comenzar corriendo y luego saltar pero no quería que me dijera que hacer.

-Connor dijo...- y no me dejó continuar.

-Él no está aquí, yo seré tu instructor hoy- levanté una ceja y se cruzó de brazos.- así que, a correr.

-No necesito...

-No tienes que hacerte la difícil, sólo trota alrededor del ring, yo te diré cuando parar.- se dio media vuelta y lo observé caminar hasta donde se encontraban los guantes.

Solté un bufido y rodeé mis ojos. Parece que no tengo opción.

Troté más tiempo de lo normal, Connor nunca me ponía más de quince minutos y me sentía enfadada. Cada que miraba a Harry solo me hacía señas para que siguiera y treinta minutos después por fin me dijo que parase. Ya estaba bastante sudada y aún ni siquiera empezaba a golpear.

-Muy bien, ¿ves las escaleras que dan al piso superior?- señaló la esquina. Las veía, pero eran enormes y muy delgadas. <<que no me ponga a subirlas, por favor>>.- vas a subir y bajar corriendo, cinco vueltas.

Suspiré y asentí. Al menos cinco no eran tantas.

Después de cinco vueltas con Harry vigilando que no caminara, mis piernas ya estaban algo cansadas aunque gracias a mi buena condición me permitirían terminar bien el ejercicio de hoy.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora