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-Bienvenida a mi casa Abby.- dice detrás de mí con voz ronca y siento que voy a caer. <<¡Me llamó Abby!>>. Jamás me había llamado así, siempre por mi nombre completo y, aunque de alguna manera suena a regaño, me acostumbré a que siempre fuera "Abigail" para él.

No tengo idea de qué contestarle, me siento tan nerviosa que ni siquiera sé qué debo hacer. ¿Camino a la sala o a la cocina? ¿O debería esperar a que me dijese algo más?. Por mi mente rondan muchas ideas pero se esfuman en cuanto siento su toque bajo mi espalda. Mi cuerpo da un pequeño brinco y deseo con todas mis fuerzas que no lo haya notado.

-Ponte cómoda.- dice y se va directo a la cocina. Me quedo parada en mi sitio y observo mi alrededor. No sé qué tan cómoda debería mostrarme, temo hacer algo mal. Coloco mi bolso en el perchero de al lado y camino hasta el sofá de cuero frente a mí. Una vez sentada en él tengo una perfecta vista de Harry en la cocina. Parece que está buscando entre los estantes algunas cosas, pero no presto mucha atención a ellas, no es eso lo que me distrae. Su cabello está tan perfecto hoy, lo ha peinado un poco y pienso que nunca antes me había parecido tan atractivo, es que nunca antes lo había visto así. Siempre lo veo en el gimnasio, con su ropa deportiva, su actitud gruñona y su singular ceño fruncido pero aquí, aquí parece mucho más relajado.

-¿Bebes esta noche?.- me pregunta sin levantar la vista de lo que sea que corta que la barra no me permite ver.

-¿Cómo?.- pregunto y me regaño al instante. Entiendo la pregunta de Harry justo después de hacer la mía. Debí esperar antes de contestar algo.

-Haz dicho que solo bebes en ciertas ocasiones, ¿bebes esta noche?.- levanta su vista hacia mí y la intensidad del verde de sus ojos atraviesa toda la sala. Levanta en su mano una botella de vino tinto y la agita suavemente cuando ve que no respondo.

-Ah... supongo que una copa está bien.- achina los ojos y asiente con la cabeza de acuerdo conmigo. Verdaderamente creí  que haría algún comentario sarcástico pero me alegro de que no. No quisiera sentirme más nerviosa de lo que ya lo hago.

¿Debería ofrecerme a ayudarlo? No sé qué hacer en estos casos, nunca antes había estado en una cita así. No sé qué se supone que debo hacer, ¿y si le ofrezco mi ayuda y se enoja? Mejor me quedo quieta.

Cinco minutos antes de que diga algo me los paso observándolo. Sacando cosas de aquí y de allá, poniendo un poco de esto y de lo otro en lo que creo que son los platos; la barra sigue cortando mi campo de visión y no puedo saber qué hace con exactitud pero aún así puedo observarlo a él y me entretengo haciéndolo. Se ve tan enfocado en lo que hace, su ceño fruncido aparece de vez en cuando y me pregunto si será por algo que haya hecho mal o si está concentrándose en lo que hace. Ni siquiera me doy cuenta que esta mirándome hasta que habla.

-La cena está lista, deberíamos ir al comedor.- y su sonrisa ladeada aparece. Ha visto como lo miraba. Espero no haya pensado que me gusta, porque aunque es verdad, no está en mis planes que lo sepa.

-¿Necesitas ayuda con algo?.- me ofrezco antes de ponerme de pie y él solo niega con la cabeza y me indica que vaya hasta el comedor. Le muestro una pequeña sonrisa sin dientes y me encamino a la mesa. Siento sus pasos detrás de mi y no puedo evitar ponerme aún más nerviosa.

Harry prende la luz del comedor y de pronto no sé qué asiento tomar pero me lo facilita cuando hace una silla para atrás y me indica que me siente. Le agradezco en voz baja y me recorro. Desaparece por el umbral y parece que va a la cocina. No paro de pensar en su comportamiento el día de hoy, creo que no puede ser más caballeroso, digo, la puerta del auto es una cosa, ¿pero la silla del comedor?
Nunca creí que Harry sería un chico así.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora