Capítulo Treinta y Dos

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CHRISTIAN

—Honestamente no sé de que invitación me hablas —respondió Javier por quinta vez.

Llevaba dos horas en la oficina de mi hermano donde nos enfrascamos en una discusión sobre la invitación a la boda de Maximilian. Él juraba que no había recibido ningún recado para mí, pero yo no podía creerle y sus mentiras estaban comenzando a molestarme.

—¡Joder! —me exasperé —. Javier, necesito la jodida invitación. Maximilian es un buen amigo mío.

Mi hermano me observo con expresión seria, pero no dijo nada.

—Escucha, Christian... —cuando creí que iba a responderme, Isabella, su secretaria, entró.

—Señor Harris —dijo en modo de disculpa —. Lo busca el encargado de Recursos Humanos.

—Gracias, Isabella, iré en un segundo —respondió mientras se levantaba —. Espera aquí, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —suspiré.

Aprovechando su ausencia, me levanté y revolví sus papeles. Justo cuando me iba a dar por vencido al no encontrar nada, vi su caja fuerte. Dudoso, me acerqué hasta la dichosa caja y coloqué la combinación, abriéndola en ese instante. Vi varios papeles y un fajo de billetes.

—Tonto —murmuré.

Revisé entre el dinero y algunos documentos, hasta que finalmente encontré una invitación en un sobre dorado, definitivamente era la invitación de Maximilian Duncan.

"Acompaña a celebrar la boda de:

Vera Williams & Maximilian Duncan

este 28 de noviembre en el Hotel Diamond Palace".

Leí la tarjeta repetidamente y parpadeé. Las letras doradas que acompañaban la tarjeta daban el nombre de Vera Williams junto al de Maximilian. Di un paso atrás y traté de tomar aire, pero no lo conseguí, solo pude sentir como mi mundo se caía a pedazos en ese instante.

Vera iba a casarse.

—Es por eso por lo que no quería entregártela —suspiró mi hermano.

Me di la vuelta lentamente con la tarjeta aun en mis manos. Su expresión denotaba lástima y supe que ese gesto era para mí y solo para mí.

—¿Desde cuándo lo supiste? —pregunté con un nudo en la garganta.

Dio otro suspiro y se sentó en el sofá de su oficina.

—Había estado en contacto con él las ultimas tres semanas. Me había comentado que había conocido a una mujer maravillosa mientras estuvo en Italia visitando a su familia —él cerro sus ojos—. Finalmente, él me envió una fotografía suya en Francia con su novia.

—Vera —mencioné.

—Por un segundo juré que no era ella, y aún así te lo iba a decir, pero no quise sacar conclusiones erróneas hasta que me llegó la invitación.

—Ella va a casarse, Javier —dije casi sin habla.

Javier me miró por lo que pareció una eternidad, hasta que negó.

—Christian —se pasó las manos por el rostro—, tú te casaste, seguiste con tu vida. No te importó nada una vez que conociste a Mila y ahora tienes un hijo con ella.

Sentí que sus palabras me mataban por dentro.

—Deja a Vera seguir con su propia vida. Deja que se case y que Max la haga feliz —comentó—. Por el amor de Dios, hermano, no vayas a entrometerte más. Ya bastante ha sufrido la pobre chica.

Sin poder soportar un minuto más, salí dando un portazo para luego hacer la tarjeta trizas.


Ella va a casarse y no es conmigo.

—¡Bájame! chilló mientras reía.

—¡No lo haré! le grité mientras corría ladera abajo con ella sobre mi hombro—. ¡No hasta que aceptes casarte conmigo!

Ella soltó otra carcajada y sentí mi corazón estallar de emoción. Su risa era todo lo que necesitaba para sentirme vivo.

¡Dilo! exclamé.

¡Ya, ya, me caso contigo! gritó mientras reía.

Hipnotizado por su encanto, la bajé y la miré directo a los ojos.

¿De verdad te casarías conmigo? sonreí al ver su rostro angelical.

En un futuro, por supuesto besó mis labios dulcemente. Contigo lo que sea, Christian Harris.

—Te amo, Vera —le confesé—. Y nadie entenderá mi amor por ti porque es uno en un millón.

Sus ojos brillaban mientras me observaba.

—Y yo te amo a ti, mi amor —me abrazó—. Hasta la muerte y luego de ella.

Me levanté de golpe mientras tocaba mi rostro. No me di cuenta de que lloraba mientras soñaba con ella. Vera Williams estaba volviéndome loco de nuevo.

—¿Estás bien, amor? —preguntó Mila besando mi espalda.

—Sí, fue solo una pesadilla —murmuré—. Vuelve a dormir.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño.

Luego de un rato encerrado, me lavé el rostro y me miré en el espejo pensando en una sola cosa.

Tenía que ir a esa boda.

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IMPORTANTE

Espero que les haya gustado el cap.

Este es un capítulo extra ya que me encuentro en exámenes y no tendré tiempo de publicar. Espero entiendan ❤

Agradecería que me ayuden a conseguir más lectores para mi novela❤❤❤ Realmente agradezco su apoyo incondicional.

¡Besos!

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora