Chicos guapos y pizza Napolitana

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Volví a respirar profundamente, llenando de aire mis pulmones

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Volví a respirar profundamente, llenando de aire mis pulmones.
<Último intento> me mentí a mí misma. <La doceava es la vencida>

Cerré los ojos y dirigí mi mano hacia el dibujo. Otra vez, ésta decidió chocar contra el suelo.
Me puse de pie y salté frustrada sobre el garabato dibujado en el piso para luego bufar y tenderme en la cama mirando el techo azul del dormitorio con agotamiento.
De pronto, algo abrió la puerta de golpe y un extraño monstruo salido de quién rayos sabe dónde y 0me atacó.

Era una bola de pelos verde del tamaño de un chihuahua con aroma a frutas. Por un momento, lo confundí con un oso de felpa para modelos.

- ¡¿Qué rayos!?- grité asombrada mientras el monstruito se acercaba y me babeaba el zapato. Me paré sobre la cama y le arrojé el zapato a la penosa bestiecita que lo masticaba sin piedad.

De pronto, mi zapato azul había sido devorado por la cosa verde que comenzó a cambiar de color hasta adoptar el mismo tono que mi zapato digerido.

Reí divertida con el nuevo juguete que acababa de masticar mi calzado y bajé de la cama para acercarme a él con lentitud. La cosa gruñó ante mi presencia, pero yo me limité a insertar la mano distraídamente en uno de los dibujos y sacar una cereza.

- Oye amiguito... ¿Te gustan las cerezas?- pregunté acercando la mano con la fruta y rezando para que el felpudo viviente no comiera carne humana.

La cosa quitó el bocadillo de mi mano con un rápido movimiento y adoptó el color de la cereza. Volví a reír. Esa bestia era divertida. Extraje sandías, limones, uvas, manzanas, algodón de azucar, pastel, frutillas, chocolate, mandarinas, e infinidad de alimentos de todos los colores del arcoíris y continué jugando con la bestiecita voraz.

- Tú y yo nos parecemos, ¿sabes?- dije tomándolo entre mis brazos mientras le entregaba un delicioso muffin cubierto de crema.- A tí te gusta comer, y a mí me gusta comer. Podríamos ser grandes amigos.

La bestia comenzó a vibrar entre mis manos mientras emitía un sonido gutural similar al ronroneo de un gato. Sus constantes movimientos y el sedoso pelaje blanco me causaron unas desaforadas cosquillas en la barriga. Lo alejé de mí con lágrimas en los ojos luego de tanto reír y lo observé. No tenía ojos. Era puro pelo con cuatro pequeñas patas de pingüino asomando por debajo de su pelo. ¿Cómo demonios comía?

-Eres un bicho extraño.- murmuré volviendo a dejarlo en el suelo.- Voy a llamarte "Golosina".

La bestia volvió a vibrar en señal de aprobación y yo lo premié con un alfajor de chocolate recién salido del dibujo. Cada vez me salía mejor eso de sacar comida de un trazo chueco sobre una hoja tirada en el suelo. Acababa de descubrir que si no ponía atención no lo que hacía; lo lograba sin dificultad.

Dreams Seekers (Buscadores De Sueños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora