Todos sabemos que los profesores son bestias sin alma, que una mascota no es necesariamente un perro, que los niños vuelan con el poder de la imaginación, que los atrapasueños son mágicos, que los dibujos sirven para hacer realidad tus sueños y que...
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- Yo creo que nos encontramos en el Polo Norte.- dije sonriendo a Kate con michocolate caliente en la mano derecha.
- No creo que en el Polo hayan pinos y una carretera...- sonrió ella amablemente.
- Es evidente que no es el Polo, stairs. Si lo fuera, ya estarías buscando la casa de Santa Claus...- Se burló Hunter.
Llevábamos horas caminando por la carretera en busca de alguna parada. El camino estaba costeado por grandes bosques que nos impedían ver hacia otro lugar que no fuera el sendero.
Por suerte para nosotros, el calor del sol naciente nos abrazaba el rostro y llevábamos abrigadas prendas gracias a que habíamos encontrado la carretera y, por lo tanto, un lugar para dibujar un "Et observabitis somnia in" del que sacamos abrigos y aperitivos calientes.
- No comprendo cómo haces para estar de buen humor, Hunter.- dije mirándolo a los ojos con bigotes de chocolate.
Hunter sonrió y se acercó a limpiarme con su pulgar.- Parecías un muchacho con esos bigotes.- Dijo al terminar de limpiarme.- No quiero otro muchacho en éste grupo. Yo soy quien manda.
Kate y yo rompimos en carcajadas hasta caer al suelo de rodillas.
Hunter nos miró con fingido enojo tratando de reprimir una sonrisa. -Ya, comprendo...
- Seras ingenuo pero igual te queremos.- sonrió Kate volviendo a ponerse de pie con su ayuda.
Luego, él se acercó hacia mi y me tendió la mano con una sonrisa torcida para ayudarme a parar.
Seguimos caminando y Hunter respondió mi pregunta: - He estado perdido tantas veces ya que ni lo noto. Es un día normal para mí.
- ¿Entonces te han expulsado por portales antes?- pregunté curiosa.- Dime que hay uno que te envía derecho a Cancún.
Kate rió.
- Supongo, pero no había atravesado un portal nunca antes de hoy.- siguió él sonriendo. - He estado perdido antes por escapar de casa desde chico.
- ¿Por qué lo hacías?
- Lo hago.- me corrigió él.- Es mejor estar solo en donde quieras antes que estarlo en tu casa.
Iba a decir que no opinaba igual, pero Kate me interrumpió gritando algo sobre una tienda en las cercanías.
Allí estaba: junto a la carretera, rodeada de árboles blancos y nieve. Era una cabaña pintada de púrpura con un enorme cartel que decía "SUIZA SHOP & CAFE".
- Bueno, creo que ya sabemos que no es el Polo.- masculló Hunter.
- ¿A qué esperamos? Hay que entrar.- insistió Kate tomándome de la mano y corriendo hacia el interior de la cabaña.
Era una pequeña cafetería con cinco mesas para cinco personas y un recibidor con varios regalos de recuerdo. Estaba decorada con un estilo rústico: mucha madera y colores opacos, pero resultaba algo hogareño. En una de las paredes permanecía encendido un hogar a leña que entibiaba el ambiente. Nos acercamos al mostrador, pero no encontramos a nadie.
