Capítulo 8

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Me siento idiota al no haberme dado cuenta de que era Matt.
Al parecer el termino "estar ciego" cuando bebes, es real.

O eso, o yo necesito gafas.
Consigo distinguir un morado en el ojo.
-Tenemos que hacer algo.

-Que guapa eres.

-Y tu demasiado borracho como para ayudarme.

-No, lo que pasa es que tu novio me ha pegado una paliza, y no tengo ganas de nada. Y no estoy borracho, que lo sepas.

-¿Pero qué narices te pasa? No pareces el Matt de esta mañana.

-No. Porque soy Daniel, su gemelo.

-¿Y tu cómo sabías quien soy yo?

-Mi hermano tiene un retrato tuyo, y me dijo que te llamabas Roxy.

-¿Qué?

Ahora mismo, parece que nada tiene sentido.

Matt, un dibujo mio. Y le ha dicho a su hermano que es igual que él y se llama Daniel, que me llamo Roxy. Y por si fuera poco, este ultimo, me reconoce sin haberme visto en la vida.

-¿Es una broma?

-No. Es totalmente en serio.

Suspiro y cojo mi móvil. Me acerco a un par de taxis que hay aparcados, esperando a que alguien se suba.

-A comisaría, por favor.

Y yo que creía que mi cumpleaños no podía ir a peor.

Miro el reloj, las 2:47 de la mañana.
Se acabó mi cumpleaños.

El taxista me lleva a mi destino. Pago lo correspondido y me bajo.

Corro hasta la puerta.

Me identifico y digo el nombre de mi novio.

-En unos minutos podrá salir. No tiene cargos.

Suspiro aliviada y me siento en una de las sillas negras, en la sala principal.

Lo veo salir. Con una cara horrible.
Está rojo, y tiene un pómulo morado y una pequeña brecha en la frente.

-¡Nate!- comienzo a llorar. Corro hacia él y lo abrazo.

-Estoy bien, tranquila. No ha pasado nada.

-¿Puede irse?- pregunto al mismo policía que me habló antes.

Este responde con una sonrisa:

-Si, señorita Tomlinson. Y por cierto, feliz cumpleaños atrasados.

-...Gracias...

Nate y yo salimos de allí.

-Tenemos que volver a casa en...
No le dejo terminara frase y le pego una bofetada.

-¿Cómo te atreves a hacerme pasar por esto? Serás idiota.- grito lloriqueando.

-Ese tio...

-No, Nate. No pongas excusas, joder.

-¡Callate! Ese tío quería que le comieras el puto pene. Mierda Roxy. ¿Querías comérselo?- vocifera él.

Quedo asombrada ante sus palabras. ¿Cómo mierda se atreve?
Solo quiero gritar.

Le vuelvo a pegar en la misma mejilla, la contraria al pómulo.

Sigo llorando. Cada vez con más fuerza.

Nate sujeta mi mano derecha.
Comienzo a pegarle en el pecho con la izquierda. Pero se que no le duele.

-Mierda Nate.... ¿Cómo puedes decir eso?... Te... Te odio, Nate...- digo sin apenas poder respirar. Apoyo mi cabeza contra su pecho.

-No digas eso.- me rodea con sus brazos. Haciendo que me sienta segura.- No llores por favor, no quería decir eso.

Le miro a los ojos.
Recoge con su pulgar, una lágrima.

-Pero lo has dicho...

-Lo siento.

Respiro hondo.

-Vámonos.-termino la conversación, secamente.

Me dirijo a una para de bus, ya que la bajada al metro ha decidido no aparecer en mi camino.

Me siento y cruzo mis piernas.

Nate se queda de pie.

Llega el bus.

Nos sentamos uno al lado del otro. Yo en la ventana, mirando a través de esta.

Coloca su chaqueta sobre mis piernas y sin mirarle, me la coloco sobre los hombros.

En todo el trayecto, hay silencio y lo mismo cuando llegamos a casa.

Entro, con Nate detrás. Pero al llegar a mi cuarto cierro la puerta antes de que él pueda entrar.

Me tumbo en la cama después de quitarme los zapatos y pantalones. Aun con su chaqueta.

Escucho su puño contra la puerta.

Lloro. Sollozo y vuelvo a llorar.

-Rox, por favor.- entra sin preguntar.- No quiero que estés así. Yo pensaba que esta noche tu y yo...

-¿Qué? ¿Follaríamos? ¿Quieres hacerlo? ¿Crees que así se arreglan las cosas?- exploto en gritos.

-Que hiciéramos el amor, si, lo quiero hacer y no, se que así no se arreglan las cosas. Pero ¿sabes qué? He viajado desde muy lejos para llegar aquí. Me he pasado horas para conseguir un vuelo que llegara ayer, para acertar con tu cumpleaños. Y tenía ganas de que por primera vez, lo hiciéramos. Tenía ganas de sentirte.

-Pues... Pues...- Le miro con el ceño fruncido. Tiene toda la razón. Y se que quería, yo también de hecho. No tengo excusa.

Sigo gritando "pues" hasta quedar en frente de mi chico.

Sentimientos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora