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Le agarro el cuello después de pensarme una vez mas que no tengo razón.
Y salto sobre él, quedándome con las piernas rodeando su cintura. Y con sus manos en mi trasero.
Lloro mientras le beso.
Tiro de su pelo, sin fuerza.
-Vamos a hacerlo. Ahora mismo.- le susurro sensual al oído.
-Aquí no. Tenia preparada una sorpresa para ti.
-Me da igual. Quiero ahora.
-Rox...
-Te estoy pidiendo que me hagas el amor ahora mismo. Por favor. Dejame elegir mi primera vez.
Cierra los ojos algo frustrado.
Pongo los pies en el suelo.
Y comienzo a quitarme el jersey beige que me llevaba puesto. Mirándole a los ojos.
Luego, paso a deshacerme del sujetador. Lo hago lentamente. Me da demasiada vergüenza.
Lo tiro despacio al suelo. Con sus ojos y los mios en mirada constante.
No baja la vista en ningún momento.
Se acerca a mi.
Sin dejar de mirarnos, cojo su mano derecha. Y la pongo en mi cuello.
Ayudo a bajarla hasta mi pecho. Ahí su mirada, se desvía hacia este.
Siento sus mejillas algo enrojecidas. Pero aguanta su postura seria, ya que él es el típico "maduro".
Recojo su otra mano y también la llevo hasta mi pecho.
Baja su derecha por mi vientre hasta casi rozan el comienzo de lo único que me queda de ropa.
Siento un escalofrío. Gira sus ágiles manos y las coloca en el final de mi espalda.
Me besa. Y mientras tanto, me lleva a la cama.
Le quito la camiseta, desesperada por sentir que no soy la única a punto de estar desnuda en la habitación.
Después del beso en los labios. Se quita los pantalones. Ahora estamos los dos casi desnudos.
-¿Has tomado...
-Si. Tranquilo.- respondo en un hilo de voz. La pildora.
-¿Quieres que use de todas formas...
-No.
Respiro hondo. Lo necesito ya.
Bajo sus boxers.
Vale. Es grande. Tengo miedo y me gusta a la vez.
No me lo pienso dos veces. Él baja mis braguitas despacio y sube hasta mi boca, con pequeños besos, que me provocan.
-¿Lista?
-Lista.
Y lo demás ya os lo podréis imaginar.
No fue en las circunstancias correctas. Estábamos enfadados. Y no estábamos en un hotel, como luego Nate me dijo que había preparado. Pero era sincero. Para mi, fue precioso. Me sentí increíble.
Ahora estoy preparando el desayuno.
Solo llevo la camiseta de Nate, negra que llevaba ayer.
Cojo una bandeja y llevo todo al salón.
Nate aún no está despierto.
Entro en mi habitación, quedándome en el marco de la puerta. Le miro.
Dormido como un angelito. Mi angelito.
Abre los ojos. No debía de estar muy dormido entonces.
-¿Esa es mi camiseta?- dice con voz soñolienta.
-Si.
-Dámela.
-No llevo nada debajo.
-Por eso.
Ruedo los ojos y corro hasta mi cama. Salto sobre él.
Me mete bajo el edredón y sábanas. Se coloca sobre mi y me abraza.
Siento seguridad. Protección.
-Te quiero tanto, Roxy...
-¿Mucho?
-Si. Muchísimo.
-¿Me amas?- pregunto insegura
Se incorpora un poco y me mira a los ojos.
-Claro que te amo, Rox.
Sonrío mientras me besa.
Y sin avisar, comienza a hacerme cosquillas.
Ya sabéis como soy yo con las cosquillas...
-¡No, Nate! ¡Por favor!- digo casi sin poder respirar.
-No. Te lo mereces. Ahora te toca sufrir a ti.- habla riéndose.
Su risa es tan bonita que se me olvidan las cosquillas.
Tiene unos dientes, y labios tan perfectos...
-Nate. Te amo.- le doy un pico y me incorporo y levanto.
Él, me mira.
-Repitelo y vuelve aquí.
-No. El desayuno nos está esperando.
-Rox. Vuelve aquí. Y repitelo.
-No.- salgo de la habitación moviendo las caderas.
Le oigo levantarse y correr hacia mi. Corro yo tambien.
Pero él es mas rápido que yo, y justo al pasar por el sofá, como un jugador de rugby, se tira haciéndome caer en el mullido asiento primero.
Quedo bajo él.
-O lo repites. O te lo hago aquí mismo.
-¿Qué me vas a hacer?
-Te voy a met...- el sonido del puñetero timbre le interrumpe.
Miro la hora. 12:38
Nate suspira. Y se levanta. Yo me incorporo y cojo un bol de fresas. Enciendo la tele mientras me lo empiezo a comer.
