Una vez en casa, saqué de mi mochila el extenso y legendario cómic. Lo contemplé frente a mis ojos, suspiré con asombro, tenía... tantas... páginas...
Bajé a buscar algo de comida y hacer algún que otro quehacer. Volví y me acomodé en mi cama junto a todo tipo de comida insana.
–Bueno, ¡Hora de la lectura! –dije para mí mismo, frotándome las manos con malicia. Al fin tendría la oportunidad de leer yo mismo la renombrada historia.
Era casi medianoche cuando me rendí y me dejé llevar por el sueño. Me desperté con una contractura por dormir en una mala posición y para colmo tarde. Corrí a cambiarme y bajé a trompicones por la escalera. Comí lo primero que encontré y salí en dirección a la escuela.
Crucé la puerta del aula cuando todos ya estaban en sus lugares escuchando al profesor.
–Adelante, Javier –dijo con aspereza, casi sin mirarme. Tras mí llegó otro sujeto de mi salón– ¡Otra oveja negra! –exclamó con sorpresa fingida, el salón estalló en risas. Me reí sarcásticamente y fui a sentarme.
Estaba muy ocupado dibujando en mi banco cuando oigo a alguien llamarme. Volteé. Era el chico del cómic, le hice un gesto para saber que quería y él me respondió en papel echo una bolita que tardé casi un minuto en desarmar.
"¿Qué te pareció Watchmen?" preguntaba. Alcé una ceja y escribí: "Paciencia, no tuve tiempo. Me quedé dormido" le lancé el papel doblado y él lo miro haciendo una mueca, escribió en respuesta y me lo lanzó devuelta. El profesor ni se mosqueó. "¡¿Cómo que te quedaste dormido?! Bueno... Espero que lo termines pronto. ¡Sería genial tener a alguien con quién charlar sobre cómics!" Tomé la lapicera y escribí: "Sigue esperando, joven padawan. Por ahora mi meta es terminar el capítulo 1" Le lancé el papelito a su banco y él lo leyó con decepción y lo tiró al cesto de la basura.
Durante el receso caminé por los pasillos de la escuela junto a mis amigos. Discretamente iba fijándome en cada chica que pasaba a mi lado, en busca de "Watchgirl", aún no había renunciado a encontrar a la dueña de aquella insignia y no planeaba hacerlo.
Pero lo único que logré es que las chicas me miraran como una presa fácil y un mujeriego, como si realmente me estuviera fijando en ellas, mis amigos se encargaron a la perfección de gastarme con eso. Ahora era el casanova de la escuela. Ni yo sé que pasó. En todo caso, no encontré a ninguna chica que aparentara ser dueña del pin, o siquiera usara pins. Me rendí y volví al aula oyendo los comentarios burlones de mis amigos. Vaya tipos...
Una vez en casa me dispuse a navegar en internet un rato, ¿Quién sabe qué cosas habría de interesante? Y para mi satisfacción, me topé con algo muy interesante... Algo llamado "Convenciones de anime" que daban cada mes en la ciudad. Una sonrisa maliciosa se formó en mis labios.
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La chica del pin de la sonrisa
General FictionUn chico encuentra en el piso de su escuela un inusual pin, de esos que se abrochan a la ropa o mochilas, de color amarillo con una gran sonrisa, pero parte de su alegre diseño incluye el dibujo de una gota de sangre... ...