–Demonios –gruñí– ¡¿Cómo haces para estar siempre en mi camino?!
–Que tú me busques no es mi culpa –contestó Alex en tono socarrón mientras me impedía avanzar–Además tengo nuevos datos. Claro, si quieres conseguir mi información deberás pagar...
–Te lo diré una última maldita vez:No necesito tu ayuda –dije enfatizando cada sílaba, al borde de encestarle un golpe que me costaría la entrada a cualquier evento similar en la ciudad.
Él arqueó una ceja y giró la cabeza al mismo tiempo en que Cirse soltaba el micrófono y bajaba del escenario entre manos levantadas y aplausos que me nublaron la vista.Y así perdí de vista al par de camuflados objetivos, cualquiera los confundiría con un par de cosplayers, con tanta subnormalidad encima...
–Entonces apresúrate antes de que tus supuestos amigos te ganen –respondió en tono despectivo para mi amigo (y nuestro profesor) que iban correteando entre la gente amontonada y risueña que intercambiaba locuras cotidianas, estilos adolescentes y gustos muy particulares (y me refiero al chico cosplayeando a alguien escondido adentro de una caja).
Suspiré y me agaché, llevando las manos al piso con precisión y giré por sobre mi espalda a través de las patas de una mesa con más mercancía para otakus, haciendo un rápido cambio de ruta, alejándome de aquel viejo amigo que siempre acababa cerca de mí. Más adelante, aún vestido de camuflaje, el chico de los cómics iba saltando los obstáculos vivientes. No estaba exactamente molesto con él pero un sentimiento extraño formaba un aprisionante nudo en mi garganta cuando lo veía luchar por ganarme a toda costa, y ni siquiera para él, pero había formulado todo un operativo friki a mis espaldas sabiendo que yo quería más que nadie ganar... Y ahora iba haciendo parkour por encima de la gente.
No sé cuánto habremos corrido de un lado al otro intentando interceptar a nuestro par de objetivos, pero el lugar se me hacia mucho más grande de lo que realmente era. Miré en todas direcciones y noté entonces que mis competitivos (ene)amigos se habían distanciado, de pronto el profesor se dirigía a una de las filas para encargar ramen (no pregunten) y Wally se desviaba hacia la fila para tomarse una foto con un sujeto que hacía videos para internet. Desconcertado y ofendido me detuve en seco, ¡¿Qué estaban tramando esos dos?! ¡No iba a dejarlos así porque sí! Pero casualmente me paré a descansar justo enfrente de un stand repleto de cómics que captaron mi atención rápidamente, tenía dinero dentro de mi billetera que pedía a gritos ser gastado... ¡Pero no, Javier, concéntrate! Primero lo primero.
–¡Javier! –me llamó una voz conocida, se notaba emoción en su tono. Volteé alzando las cejas y mi corazón dio un latido diferente.
–¡Cirse! –contesté con sorpresa al encontrarla detrás de mí– Wow... te luciste allí arriba.
–¡Gracias! –sonrió como nunca– Sigo temblando de la emoción... pero me encantó.
–Igual a mí –sonreí serenamente hasta que comprendí lo que acababa de decir, ella solo rió y me asestó un codazo– Solo no acabes en una banda de subnormales con instrumentos, seria extraño...
–Ahora que lo dices suena a una buena idea... –se detuvo a meditarlo.
–¡Cirse, barriste el piso con los demás! –elogió una voz conocida. Giré la cabeza y me encontré con un flequillo azul y un par de ojos obnubilados. Demonios.
–Tú... –gruñí. Iba de la mano de una chica... su... su ¡¿No-ex-novia?!
Se detuvieran a intercambiar halagos y felicitaciones, una vez más quedé de lado. Entonces recordé qué estaba haciendo... Maldije por lo bajo, ¡Esos dos! Gruñí y pateé el suelo, ¡Habían conseguido distraerme! ¡¿Ese era su plan?! ¡¿También habían incluido esto en su plan?!
Busqué con la vista a los dos maquiavélicos, parecían haber abandonado la carrera, lo que solo podía significar...
–Batman.
Refunfuñé y eché a correr alrededor de los stands de remeras, guantes de gatito y orejas de neko, abarrotados de personas que casi les salía espuma de la boca al ver unas orejas triangulares y peludas. A lo lejos percibí al muchacho serio vestido de camuflaje (añádanle una mascara de murciélago y listo, ¡Batman instantáneo!) que se encontraba charlando plácidamente con dos sujetos de edad universitaria vestidos como adolescentes frikis. Apreté los puños. Si él era Batman, yo sería su Joker... No, no, mejor: Si él era Batman, yo sería su Superman... ¡No, demasiado turbio! (torpes fanarts)
Si él era Batman, yo sería su Bane, solo para romper su espalda (Así sí).
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La chica del pin de la sonrisa
Narrativa generaleUn chico encuentra en el piso de su escuela un inusual pin, de esos que se abrochan a la ropa o mochilas, de color amarillo con una gran sonrisa, pero parte de su alegre diseño incluye el dibujo de una gota de sangre... ...