Me fui a acostar, miré hacia mi mesa de luz, allí estaba aquel pin de la sonrisa. Lo admiré en silencio con alegría, le debía mucho a la chica que lo había perdido, supuse que posiblemente jamás llegara a descubrir quién era en realidad "Watchgirl".
Por la mañana me desperté con energías renovadas, principalmente gracias a mi ansiedad por saber que le había sucedido al chico de ayer luego de que se las viera con "Batman". Empiezo a creer que hasta lo hubiera pasado mejor con el Batman de verdad.
Llegué a la escuela y entré al aula, todos estaban inquietos, murmurando entre sí. Dejé mi mochila sobre el banco al lado del chico de los cómics y fui directo al grano:
–¿Qué pasó? –pregunté con seriedad. Él arqueó una ceja.
–Hola, buen día a ti también –dijo con media sonrisa– Supongo que ya te enteraste lo de la foto de...
–Sí –respondí de manera tajante– Pero me preocupa más que le pasó al sujeto que la tomó.
–Dicen que era "un mirón" que se escondía en los vestuarios femeninos y que andaba persiguiendo a una chica de otra aula –comentó con una sonrisa socarrona.
–La hermana del chico serio que "lucha por la justicia en los pasillos de la escuela" –supuse mientras me tomaba la barbilla. Él asintió.
–Precisamente...
–Pero... ¿Entonces qué le hizo al chico? –pregunté espantado, no quisiera ser él.
–Pues... –estaba por contestar a mis dudas cuando todos se callaron de pronto y alguien entró al salón, era la profesora de matemáticas, esta vez venía con una expresión mortuoria. Miré sorprendido a mi amigo.
–Tomen asiento –demandó la profesora con aire despectivo– Tengo los resultados de los exámenes.
Todos corrieron a sus lugares, algunos cruzando los dedos, otros resignados, como yo, se reclinaban en sus sillas. Estaba aburrido, mirando al techo en espera a ver un cero gigante en el medio de mi examen, cuando sentí que alguien dejaba algo sobre mi mesa.
–Felicitaciones –murmuró con desgano la profesora y siguió repartiendo las hojas.
Di un respingo y tomé la hoja con intriga, un cero no era algo para lo que te felicitaran a menudo. Contemplé la hoja y la dejé caer al suelo. Atónito, me quedé mirando a la nada y procesando lo que acababa de ver. Mi amigo levantó la hoja del piso y la miró con la misma cara de sorpresa que yo.
–¡¿Máxima calificación?! –exclamó– ¿No dijiste que no habías hecho nada?
–No lo hice –sentencié tensando los labios.
–¿O sea que...? –hizo una pausa, ambos nos miramos a los ojos y luego volteamos para ver a Alex, quién me sonreía con orgullo desde el otro lado del salón. Fruncí el ceño, misterio resuelto, no había que ser Batman para darse cuenta de que había ocurrido.
A la hora del receso me dirigí a mi muy viejo no tan amigo.
–Dime que hiciste –demandé con seriedad, mi amigo el chico de los cómics también lo escrutó con frialdad.
–Te hice un favor –respondió con una sonrisa de orgullo propio– De nada –trató de seguir avanzando pero lo detuve en su lugar.
–¡¿Entregar un examen perfecto a mi nombre?! ¿Para qué hiciste eso? –exclamé– Te dije que no necesitaba que me ayudaras.
–Los amigos hacen eso –respondió sin más y se fue velozmente, perdiéndose entre la horda de alumnos.
Miré a mi amigo con intriga, él se encogió de hombros. Ese chico tramaba algo, estaba seguro. Procedimos a caminar de vuelta hasta nuestro salón y, en eso, pasamos frente al despacho de la directora. Nos detuvimos en seco al oír gritos. La curiosidad fue más fuerte que nosotros y nuestra alma de detectives nos obligó a espiar por una ranura que pasaba dentro. Efectivamente era la directora reprendiendo a gritos a... el mirón del vestuario de las chicas. Estaba en la oficina junto a la chica acosada y su hermano mayor, el chico serio, alto e intimidante. Entre balbuceos nerviosos trataba de defenderse, pero estaba perdido. Bueno, al menos seguía vivo, era una buena noticia considerando que se metió con la hermana de "Batman".
–¡¿Qué hacen ahí?! –nos reprendió un profesor que nos vio espiando que pasaba dentro de la oficina de la directora.
–Pues... –tanto mi amigo como yo intentamos responder con nerviosismo, pero antes de siquiera formular una excusa, nos reprendió un buen rato y terminó metiéndonos dentro del despacho de la directora para que nos asigne un castigo.
–¡No tengo descaso! –exclamó la directora con hartazgo– ¡¿Qué les ocurre estos muchachos?! Cada día están peores –refunfuño frotándose las sienes– Ustedes dos, su castigo consistirá en barrer los pasillos. Todos ellos –demandó señalándome a mí y a mi compañero– En cuanto a ustedes tres... Señorita, usted es libre de marcharse a su salón, pero ustedes dos –dijo señalando a Batman y al fisgón– Ambos quedan castigados el resto de la semana, lavarán los baños –condenó la directora y nos echó fuera.
–¡¿Y yo que hice?! –exclamaba el chico serio mientras protestaba en su lugar.
–Conste que fuiste tú el que me golpeó... –acotó con sorna el muchacho mirón.
–¡Por qué te metiste al vestidor de mujeres a ver a MI HERMANA! –gritó él y debí interponerme para que el desgraciado no acabara con una nariz rota.
–Oigan, oigan, no pelean más o ambos quedarán castigados el resto del mes.
–No es tan malo –comentó mi amigo quitándole importancia. Batman lo miró con desdén y se marchó silenciosamente entre los pasillos, con una expresión asesina.
–Y tú –dije acercándome amenazantemente al fisgón– Más te vale no seguir con eso y borrar esas fotos de internet.
–Ja, ¿Qué te hace pensar que te haré caso a ti? Siquiera lo hice a aquel vigilante. Tú no eres nada –dijo él burlándose de mí.
–Porque... –me acerqué a él con un puño en alto, él retrocedió. Lo aproximé de un movimiento a su rostro, él se cubrió, esperando un golpe. En cambio, abrí la mano y le entregué un cupón. Él abrió los ojos, temeroso de toparse con un puñetazo, pero sus ojos se iluminaron al visualizar aquel cupón.
–¿Eso es... un bono para la tienda de comics? ¿Cómo sabías que amo ese lugar? –lo tomó dubitativo y al contempló– ¿Y tú me lo quieres regalar? –preguntó anonadado.
–Bueno, yo no lo llamaría "regalar", es más un canje. Tú te disculpas con la chica de la foto, la borras de internet y DEJAS DE ESPIAR en los vestuarios, yo te doy el cupón y todos felices.
–¿Y sí...?
–Si no aceptas las condiciones me aseguraré de que el vigilante se encargue de ti y te aseguro que la próxima no será tan considerado –informé con una sonrisa cínica. Él observó con deseo el cupón y tensó los labios, considerando profundamente mi propuesta.
–Trato –dijo estrechando mi mano y se marchó campal por los corredores.
–Un problema menos –dije tras un suspiro. Mi amigo me miraba con una ceja arqueada.
–¿Desde cuando eres tan diplomático? –preguntó entre risas. Lo golpee con el codo.
–Cállate y vamos, tenemos pasillos que barrer.
A la hora de comenzar con nuestro castigo, mi amigo tomó su celular, yo un parlante que mi mamá me había regalado en navidad y comenzamos a barrer cada uno de los pasillos de la escuela con la mejor música de fondo. Mientras estábamos haciendo un karaoke, esperando que ya todos se hubieran marchado y que nadie viera nuestra peculiar actuación con las escobas en mano, oí pasos presurosos en nuestra dirección.
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La chica del pin de la sonrisa
General FictionUn chico encuentra en el piso de su escuela un inusual pin, de esos que se abrochan a la ropa o mochilas, de color amarillo con una gran sonrisa, pero parte de su alegre diseño incluye el dibujo de una gota de sangre... ...