Capítulo 15

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Llegamos al lugar. Efectivamente allí estaba Gy, su cabello violeta refulgía bajo la luz del sol. Inmediatamente el chico de los cómics se puso rojo como tomate y comenzó a tartamudear. También estaban otros dos chicos. Saludamos, nos sentamos a su lado sobre el césped y comenzamos a charlar. 

Gy estaba de tan buen humor como la última vez que la vi, era divertida y absolutamente inmersa en el mundo de los cosas geek. El chico de ojos celestes era el más fácil para charlar y quién siempre hacia chistes, la mayoría vulgares o de doble sentido, pero luego de un rato te acostumbrabas. Junto a él estaba un chico lleno de tatuajes y de pelo azul, era callado, pero cuando abría la boca no paraba más. Me quedé largo rato hablando con los otros dos muchachos sobre música, casi comienzo la tercera guerra mundial por decir que mi banda favorita era mejor que la favorita del chico de pelo azul.

Mientras tanto el chico de los cómics hablaba nerviosamente con Gy, al menos lo intentaba, aunque ella no parecía notarlo, creía que eso sólo pasaba al revés. Sin embargo mantenían bastante bien la conversación.


–Oigan, ¿Saben dónde haya algún baño? –pregunté elocuentemente luego de un rato, cuando mi vida comenzaba a correr riesgo gracias a mi lengua larga.

–Sigue derecho y encontrarás unos baños públicos –respondió Gy.

–Gracias –respondí– Oye, ven conmigo ­dije a mi sonrojado amigo.

–¿Yo? ¡Pero no quiero ir!

–Ya querrás, tú sígueme –exigí y él a regañadientes se paró y vino conmigo.


Cuando nos alejamos lo suficiente lo tomé y lo arrastré hasta detrás de unos arbustos. Asegurándome de estar solos, le susurré:


–¿Todo bien con Gy? –la pregunta lo tomó por sorpresa.

–¡Claro! ¿Por qué no lo estaría? ¿Tú crees que lo está? –preguntó con nerviosismo, casi mordiéndose las uñas y vigilando que nadie estuviera cerca.

–¡Vamos! ¿Vas a decirme que no pasa nada con ella? –indagué sugerentemente. Él me miró perplejo, pero terminó por suspirar y asentir.

–Es... complicado.

–No lo dudo. Oye, no voy a obligarte a que me cuentes –dije con una sonrisa de confianza y palmeé su hombro– Pero hay cosas que son mejor contarlas y quitarte un peso de encima.

–Por ahora, prefiero mantenerlo en secreto –sentenció arrugando su entrecejo.

–Todo secreto sale a la luz en algún momento.

–A veces la verdad no es suficiente –sentenció él tensando los labios y regresó con los demás.


La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora