Capítulo 54

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El corazón me latía a más no poder y sentía que acababa de pasar la cosa más importante de toda mi vida. La había encontrado... ¡La había encontrado!

¡¿Qué acababa de hacer?! ¿Huir y hacerla enojar? ¿Quién soy? ¿Yo? Ah, cierto...

Mi amigo notó la expresión de mi rostro y salió tras mí, dejando de lado a Gy por un momento (jamás creí que lo haría una vez que la tuviera).



–Oye... ¿Qué acaba de pasar ahí? –inquirió alzando las cejas. Lo miré tensando los labios.

–Bueno, te presento a la chica del pin de la sonrisa –respondí señalando con la mirada a la chica seria que caminaba sin rumbo dentro del salón de actos. Mi amigo la miró sin expresión y lo tiré hacia un lado para que ella no nos viera.

– ¡¿Cómo te enteraste?! O sea, ¡No puedo creerlo! ¿Desde cuándo sabían que...?

–Unos dos minutos, más o menos –murmuré quitándole importancia– Pero ahora estoy en un lio tremendo.

– ¿Por qué lo dices? –indagó– ¡Te haces un problema por todo! ¿No lo entiendes? ¡Acabas de encontrar a la chica que pasaste meses buscando, incluso ya la conocías y es agradable, por decir poco! –me sonrió– ¡Solo deja de hacerte el tonto! –me sacudió de los hombros– ¡Debes calmarte!

– ¡Lo sé! –me aparté de él jugando con mis manos– ¡Pero me pone incómodo! ¡No esperaba que fuese ella!

–Ya veo –murmuro una voz femenina. Miré detrás de mi amigo y me encontré con la chica de ojos negros mirándome apenada, me había seguido fuera– Estás desilusionado de mí...

– ¡No es eso! –tartamudeé, mi amigo se hizo a un lado– Simplemente no esperaba que... –la miré a los ojos– Mi siniestra amiga, a la que molestaba y parecía odiarme, fuera a quien tanto había buscado, siempre pensé que terminaría siendo amigo de "la chica del pin" –ella apartó la mirada.

– ¿En serio crees que soy siniestra? –levantó la mirada y sonreí.

–Eres aterradora cuando quieres –respondí y ella sonrió.

– ¡Paren un poco, por favor, tanto amor me está ahogando! –exclamó Wally sarcásticamente.

–Oye Wally, ¿por qué no vas a correr por ahí? –sugerí en tono burlón.

–Ja ja ja –rió sin ganas– ¿Así que ahora eres comediante?

–Solo si no me lanzas desde un edificio.

– ¡OHH... TURN DOWN FOR WHAT! –exclamó la muchacha usualmente seria y los tres estallamos en risas.


Nuestras miradas se chocaron mientras reíamos.


–Igual ya me iba –murmuró Wally, el chico de los cómics, mientras se alejaba lentamente.

–Como te dije, siempre pensé que terminaríamos siendo amigos... Supongo que lo notaste en mi pequeño cómic.

–Pues... –apartó un poco la mirada– Allí pareció más... que una amistad –me miró y me aparté.

– ¡Deja de imaginarte cosas! Ya te pareces a mí –suspiré.

–Por favor, yo soy mejor que tú... –me sonrió acercándose– Y soy mejor de lo que me dibujaste –abrí los ojos– Y podemos darle un final aún mejor –entornó los ojos mientras sonreía con malicia. Tensé los labios y retrocedí.


Miré por la puerta y sus ventanales hacia el salón de actos y me encontré con que, milagrosamente, cada vez más personas llegaban a mi sección y escudriñaban la historieta que tan improvisadamente había creado. Ahora que lo pensaba bien, la chica del pin de la sonrisa en mi imaginación no era tan distinta a la de verdad. Un escalofrío bajó por mi espalda. No pude evitar pensar en que tal vez el universo se hubiese movido y toda la energía estelar se hubiese complotado para que nos conociéramos y que todo esto suceda...


Sí, está bien, debo dejar los cómics exageradamente fantásticos.


–Hasta luego, Cirse –me adentré rápidamente por la puerta con manos temblorosas y pasos torpes. Jamás me había sentido así y ni sabía por qué lo hacía ahora.

La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora