Prologo
Gary era un joven ángel, moreno, pelo corto y cara afeitada, cosa no muy difícil pues no solía salirle mucha barba, no era muy alto, y su figura era la de un chico delgado. Siendo muy joven se quedó huérfano, vivió en una casa de acogida en la ciudad de Bélzerin hasta que llego a la mayoría de edad. Con dieciocho años consiguió un empleo como ayudante de uno de los mejores herreros de la ciudad, se le daba bien forjar espadas, también templaba todo tipo de objetos metálicos. Ganaba un sueldo suficiente que le daba para comer y pagar el alquiler de una pequeña habitación en una posada. No era la vida que siempre había soñado pero estaba bien, aun con todo sufría por no tener nadie a su lado, nadie que lo quisiera, nadie que se preocupara por él, en cierto modo estaba acostumbrado al haber crecido sin padres, pero aun así anhelaba un poco de afecto, una familia que estuviera orgullosa de él, pero no la tenía, y no la encontraría en una ciudad como Bélzerin, infectada de delincuencia, de hombres que matarían solo por mirarles mal, de ladrones capaces de robar al más necesitado. Gary soñaba ser soldado, aunque fuera un soldado del ejército del gobernador Mandrel, tenía buen manejo de la espada, a veces cuando las forjaba las probaba con muñecos y lastres de prueba que tenían en la herrería, tampoco se le daba mal el tiro con arco. Su jefe, el herrero Vinen era un buen hombre, algo mayor, tenía ya setenta años, una tupida barba blanca y una cara desgastada por la edad, un día tuvieron una larga y buena conversación en la herrería.
- Chico, sé que este no es el trabajo de tus sueños pero te agradezco tu servicio, aun así me preocupas, te aprecio, quiero que seas feliz y sé que en esta ciudad corrupta no hay futuro para un chico joven como tú, por eso quería regalarte esto – dijo Vinen entregándole al chico una espada con empuñadura roja, terminada en una cabeza de dragón metálica, con una hoja fuerte que contenía una inscripción "el valor esta en tu interior"
- Muchas gracias, señor, pero para que quiero yo una espada, sé que la ciudad es peligrosa, pero con una pequeña daga bastaría para defenderme – respondió cortésmente Gary aceptando la espada.
- En la ciudad sí, pero no por ahí fuera, tu destino está lejos de aquí Gary, lejos de esta ciudad, en el ancho mundo y por ello te libero de tus servicios, quiero que seas feliz, quiero que encuentres tu lugar en el mundo, sé que estas destinado a ser algo más que el ayudante de un viejo herrero de Bélzerin, estoy seguro de que algún día serás un gran guerrero o tal vez un buen aventurero, en cualquier caso serás lo que quieras ser, lo que tu decidas, serás feliz – contesto Vinen sonriendo.
Tras la conversación con el jefe herrero Gary se marchó con su nueva espada. Fue a la habitación de la posada donde residía a recoger sus pocas cosas y tras meter las cosas de valor en una pequeña mochila y coger su arco y el carcaj con varias flechas partió con la intención de dejar atrás la ciudad de Bélzerin. Las calles estaban sucias en su camino hacia las puertas que le permitirían salir al mundo, se veía pobreza en cada rincón, era un lugar peligroso en el que cualquiera podía ser un asesino. Tras unos minutos andando llego a la puerta de la ciudad y salió por ella, tomo un camino que bordeaba el gran bosque, tras el cual se encontraba la ciudad capital, Amber. Anduvo durante un buen rato, pensando en sus cosas, en cuál sería su futuro en el ancho mundo, ni si quiera se había parado a pensarlo antes de partir, tales eran sus ganas de abandonar aquella infecta ciudad que no se había parado a reflexionar a donde ir, tan solo tenía claro que quería marcharse lejos de allí. Al cabo de unas horas vio como el cielo empezaba a oscurecer un poco y paro a descansar y cenar algo, saco de su mochila una bolsa con varios trozos de carne y se comió uno sentado en una piedra al lado del bosque.
- Tengo que ir pensando en cazar algo si quiero mantenerme bien alimentado – dijo para sí mismo Gary.
Tras un rato de descanso se metió entre los arboles del bosque para refugiarse en la noche y dormir un rato, se quedó dormido apoyando la cabeza contra una roca y cubriéndose bien con su túnica. Al cabo de unas horas le despertó un fuerte ruido, despertó corriendo y desenfundo su espada en un acto reflejo. Aún era noche cerrada, pero se escuchaban unas voces un poco más adelante, en lo profundo del bosque. Gary fue sigilosamente a ver qué pasaba y pudo ver dos figuras de hombres altos con túnica negra andando entre los árboles, los siguió.
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Ángel Caído: El regreso de los caídos
FantasiaTras la batalla por la piedra del ángel en la tierra los ángeles caídos que sobrevivieron regresaran ahora a su planeta, pero la guerra se endurecerá cuando el enemigo envíe a Ángelus una horda de más de cien mil soldados con un solo fin, sumir a lo...