11: Camino de esperanza

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Amanecía en Espealia, era el momento de emprender la marcha. Hálum salió de su habitación preparado para la guerra con su cota de malla debajo de su ropa y su espada a la cintura, el arma del primer caído. Al mismo tiempo Vélder y Eledona también salían de su cuarto. Los tres fueron al punto de reunión a encontrarse con los demás, la puerta de la casa del gobernador y cuando llegaron ya estaban esperándoles.

- Ya estamos todos, Hamid y nuestras tropas esperan a la entrada de la ciudad ¿Dónde están vuestros caídos? – pregunto Jason.

- Supongo que estarán en la nave aun, ya deberían estar preparados y yo mismo me encargare de ir a buscarlos para emprender la marcha – respondió Gúldur.

- Nosotros iremos contigo, somos ángeles caídos y debemos emprender la marcha juntos al igual que partimos de la tierra – propuso Hálum.

- Está bien, yo os esperare con mis soldados, en la puerta y me asegurare de que esos guardianes de la sombra también estén listos – terminó el gobernador.

Tras cuadrar el plan de partida fueron a la nave que les trajo de la tierra y al llegar vieron fuera a todos los caídos preparados para partir, con sus espadas preparadas con el capitán Bolin, Aldon y Telion a la cabeza.

- Hemos vivido mil aventuras juntos en la tierra, defendimos la piedra del ángel y al elegido, protegimos nuestro honor y nos alzamos victoriosos a pesar de las bajas y los hermanos que cayeron combatiendo en un planeta que nos era extraño. Ahora peleamos en nuestro hogar y defenderemos a nuestro rey aunque nos cueste la vida. Pueden quebrar nuestras espadas, pueden vaciar de sangre nuestras venas pero hay una cosa que jamás nos quitaran, somos ángeles caídos y nuestro espíritu es fuerte e indestructible, ahora caminamos hacia la guerra. ¡por Ángelus! – arengo Gúldur a los soldados.

Todos le siguieron a través de las calles de la ciudad, se escuchaba en el aire el trotar de las pisadas de los caídos. No tardaron mucho en llegar a la gran puerta de la ciudad. Jason miraba fijamente como llegaban.

- Los guardianes de la sombra también están fuera, preparados para partir así que ha llegado el momento de caminar a la guerra – dijo el gobernador con tono triste.

- Así es amigo mío, tiempos difíciles nos ha tocado vivir pero lucharemos y soportaremos – le animo el oráculo.

Entonces el gobernador monto en su caballo, todos los soldados de Espealia llevaban su montura. Se pusieron en marcha y adelantaron a los guardianes de la sombra que partieron a la par de los ángeles caídos.

- Hasta esos guardianes sombríos tienen caballo y nosotros vamos a pie – habló Aldon indignado.

- Vamos ¿te pesan los pies? – bromeo Vélder.

- Muy gracioso.

Continuaron la marcha por tierras arenosas cercanas a la playa durante un rato. Pasada una hora aproximadamente cambiaron su rumbo para meterse más hacia el interior, entre una especie de gran jardín con árboles y arbustos que iban dejando atrás a su paso mientras se acercaban a tierras salvajes. Todos los soldados iban hablando entre ellos mientras avanzaban en su marcha a buen paso. La mayoría de los guardianes de la sombra llevaban sus capuchas puestas sobre la cabeza tapándoles del sol que iluminaba esa gran marcha bélica.

- Esto parece un camino a la perdición, vamos a una batalla difícil de ganar, contra un enemigo que asestara un golpe definitivo y trabajado – comentaba Aris quitándose su capucha.

Ángel Caído: El regreso de los caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora