5: viaje hasta la isla

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Los guardianes de la sombra despertaron en su campamento, desayunaron algo y prosiguieron a continuar con su viaje.

- Animo, si todo va bien a final de este día podríamos llegar a la isla nocturna – dijo Aris dirigiéndose a Jarman.

- Eso espero, debemos planear el ataque cuanto antes, no podemos permitir que el ejército que vimos anoche destruya nuestro mundo – respondió Jarman.

Entonces Bendelom se puso ante todos los guardianes.

- Bien, sois los mejores soldados que he conocido jamás, grandes guerreros, mi familia, mis hermanos, ahora se acerca el momento en que demostraremos nuestro valor, en que el mundo vera de que somos capaces, haremos que nuestros enemigos tengan pesadillas con nuestras caras, con nuestras espadas, adelante muchachos, empezamos la marcha hacia la isla nocturna – les arengo a todos.

Los guardianes se pusieron en marcha, con los rostros tapados por las capuchas negras. El final del bosque estaba cerca, y cuando salieran alzarían sus alas para hacer una parte del camino volando y más rápido. Cuando llevaban casi una hora andando escucharon un ruido un poco más adelante, se pararon.

- Iré a ver qué pasa – comento Jarman.

- Yo te acompañare – respondió Bendelom.

Avanzaron sigilosamente cubriéndose con los árboles, tapados por sus capuchas. Más adelante había una gran roca que ambos escalaron hasta ponerse tumbados en su parte alta, mirando al frente, no podían creer lo que tenían delante y ante sus ojos, un gran ejercito avanzaba por ese bosque, un ejército de unos mil ángeles, encabezado al fondo por un nigronte.

- Es el ejército de los traidores de Bélzerin, su gobernador se vendió a los nigrontes, yo pude verlo con mis propios ojos, ayudaran a nuestro enemigo a destruir nuestro mundo, guiados por la esperanza de que tenga piedad con ellos – susurro Jarman.

- Insensatos, los nigrontes no tienen piedad ni con ellos mismos, los usaran y luego destruirán su ciudad – contesto Bendelom.

- Eso pienso yo, pero su falta de inteligencia los ha traicionado. Si osan desafiar a nuestro pueblo deben pagar por ello, si entran en batalla debemos matarlos.

- Estoy de acuerdo con eso mi joven capitán, pero eso no será hoy, nosotros solo somos pocos más de cincuenta y ellos unos mil soldados, no podemos emboscarlos, habrá que tener paciencia – termino el líder entre susurros.

Ambos bajaron de la roca por donde habían subido, pero al bajar se encontraron con una sorpresa, cuatro soldados de Bélzerin estaban ante ellos apuntándolos con lanzas y otro más empuñaba su espada hacia ellos.

- ¿Qué tenemos aquí? Resulta que nuestro capitán nos manda a investigar que no tengamos espías y ¿Qué nos encontramos? Dos ratas con capucha de fantasmas, os llevaremos ante nuestro capitán y seréis destruidos, pero tengo curiosidad. ¿Quién sois? – se dirigió a ellos sarcásticamente el soldado de la espada.

- Somos la sombra que destruirá a los enemigos de Ángelus y no como vosotros atajo de traidores – contesto Jarman.

- Bueno, no hacen falta las presentaciones, vosotros mismos habéis dicho lo que somos, debéis conocernos, somos fantasmas, los fantasmas que acabaran con vosotros – termino Bendelom mientras sacaba un puñal de la manga y se lo clavaba en el cuello al soldado de la espada.

Los otros cuatro tiraron sus lanzas hacia ellos y los guardianes de la sombra desenfundaron sus espadas, Jarman con un golpe partió en dos la lanza de uno de ellos y luego clavo su espada en el estómago del traidor, mientras tanto otro le hacía un corte en el brazo y él se agachaba de dolor y veía como una daga atravesaba la garganta de su agresor, Bendelom había lanzado esa daga y se enfrentaba a dos soldados él solo, le rodeaban, pero la punta de la espada de Jarman salió por el pecho de uno de los dos, atravesado cayó muerto al suelo. El capitán de los guardianes de la sombra con un golpe seco corto el brazo del que quedaba y luego le corto la cabeza.

Ángel Caído: El regreso de los caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora