16: El palacio invadido

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Los nigrontes habían llegado a palacio y la batalla se endurecía en los patios con el capitán Eretrio muerto. Akenon era un enemigo temible, muy poderoso y con una magia difícil de batir.

Álita lloraba apoyada en su balcón. Escuchaba los gritos más haya fuera del edificio de palacio y veía el campo de batalla frente a la ciudad, sus lágrimas la iban recorriendo el rostro.

- ¿Cómo hemos podido llegar a esto? – preguntaba la chica ahogada en el llanto - ¿acaso es este nuestro final?

- No lo sé mi señora, nos atacan con dureza, tengo miedo, temo fracasar en la misión que me encomendó el rey de protegerla – respondió Bán asustado.

Entonces pudieron ver como en los campos frente a los muros tres figuras se elevaban volando hacia palacio, uno de ellos con una armadura blanca y pura.

- Hálum – pronuncio la princesa secándose las lágrimas – si debo morir será a tu lado mi amor, peleare por ti, por nuestro pueblo. Bán, prepárate, vamos a salir a los patios de palacio, debemos entrar en combate y ayudar.

- Pero su padre no lo aprobaría.

- No hace falta que lo haga, tal vez hoy caigamos en el sueño eterno, pero si lo hacemos debemos pelear hasta el último aliento – termino la chica desenfundando su espada.

En los patios el rey combatía a los enemigos y le cortaba el cuello a uno en estos momentos. Un poco más allá Ínler contemplaba el cadáver de Eretrio en el suelo y peleaba por llegar hasta su verdugo, la rabia le consumía por dentro y descuartizaba sin piedad a sus enemigos. Arthon se acercó a él entre la multitud de la batalla.

- No vallas solo a por él necio, te matara es un chamán – le dijo el padre de Hálum al chico.

- ¡Ha asesinado a nuestro capitán, debe morir! – gritaba este.

- Lo hará, pero hay que atacarle usando la cabeza, ahora debemos deshacernos del resto de enemigos.

Yare también aparecía por allí matando nigrontes. De pronto en el aire ante ellos aparecieron tres figuras, a la cabeza Hálum, con su armadura blanquecina y desprendiendo una luz que deslumbraba a los nigrontes, aterrizaron en el suelo y se metieron en la batalla, el elegido atravesó a un enemigo con la espada del primer caído y un poco más allá pudo ver a su padre y quitándose de encima a más oscuros seres se dirigió hasta él. En medio de la batalla y con sus aliados rodeándolos para protegerlos padre e hijo se dieron un abrazo enorme.

- Hijo mío, has vuelto, sabía que lo harías y que te convertirías en alguien poderoso, me siento tan orgulloso de ti – dijo Arthon derramando una lagrima por su mejilla de la emoción.

- Padre, no sabes cuánto os he echado de menos, pero si he conseguido este poder, si peleo es por vos, por Álita y por nuestro pueblo – respondió el chico visiblemente emocionado también.

- Tu nos das esperanza y nos has enseñado la luz, ahora debemos terminar con estas sucias serpientes – sentencio el padre.

- Lo haremos juntos – sonrió Hálum.

Espalda con espalda padre e hijo combatían a sus enemigos derramando sangre nigronte. Mientras Hálum acababa con la vida de otro mal nacido ser noto como a su lado otro soldado cortaba la cabeza a un nigronte que se disponía a atacarle, miro hacia ese lado y pudo ver a su amigo Yare ayudándole.

- Bienvenido de nuevo a la batalla y a tu ciudad amigo mío – decía el soldado.

- Veo que sigues cubriéndome las espaldas – le sonreía Hálum.

Ángel Caído: El regreso de los caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora