3. ¿Comenzamos con el pie izquierdo?

112 7 0
                                    

Entrecerré los ojos. No podía creerlo, me tendría que mudar de mi ciudad natal para tratar de resolver este caso, ya que como todos los demás duraban... un tiempo indescifrable.Volví a observar a Azuara que me observaba fijamente. Estaba dirigiéndome a la puerta cuando él me agarró del brazo.

Narra Harold:

« Que chica más extraña ». Bueno, no era de extrañar que ella no quisiera dejar la ciudad en la cual vive actualmente... De acuerdo, pero aún así. La miré fijamente, parecía preocupada y no entendía el por qué si nuestro trabajo restringía estas condiciones...Estaba tan perdida en ella y en mis pensamientos, que casi no noto que se estaba dirigiendo hacia la puerta, cuando ella agarró el picaporte tiroñé de su flaco pero resistente brazo, sin pensarlo dos veces.—¡___! —dije gritando y suspiré.— Todo estará bien.— ¿Qué todo que...? ¡¿Voy a dejar la ciudad en la cual he vivido toda mi vida y pides que esté bien?!—exclamó sonando exasperada.—¡Hey, tranquila! ¡Sabes que este trabajo es así! ¡Entiendo en cierta parte que nunca hayas dejado esta ciudad pero tú sabías que te involucrabas en este rollo!Ella simplemente se quedó callada mirándome fijamente con sus grandes ojos por eternos segundos y antes de que pudiera disculparme por haberle levantado la voz de ese modo, se retiró dándole un fuerte portazo a la puerta.Y creo que sí, definitivamente la había cagado.

Narra ___:

Ugh, no podía ser, me tenía que tocar un incompetente como compañero de trabajo. Claro, yo debería tener un cartel en la frente que decía "Todos contra ___".Seguí caminando rápidamente sin mirar atrás, cuando por fin llegue a mi coche, conduje lo más rápido que podía, obviamente quería evitar una multa. El cielo estaba más oscuro de lo normal, eso quería decir que se avecinaba una terrible tormenta.Cuando llegué a casa estaba todo muy tranquilo... tal vez demasiado, faltaba ella. Subí a mí recámara y cuando llegué decidí tratar de olvidar todos mis problemas y leer un buen libro, me saqué aquellos incómodos zapatos y sentí un gran alivio.Luego de encontrar el libro entre muchos de mi biblioteca, me acosté en la cama y comencé a leer con una tenue luz. Pero luego de pasar escasas páginas, me quedé dormida.

Narra Harold:

«Idiota», me reprochaba a mi mismo, ya habíamos comenzado de una manera no muy amigable lo cual no era para nada bueno. Esa chica parecía tener un carácter bastante difícil de manejar, pero todavía no comprendo por qué se enojo tanto por lo que dije.Seguí conduciendo. Todavía no quería llegar a casa pero no me quedaba otra opción, ya que mañana (como se suponía) teníamos que ponernos de acuerdo con ___ para hablar sobre este tema, lo cual no iba resultar nada fácil porque no estábamos en la misma sintonía.Cuando llegué, pude deshacerme de todo lo que llevaba en mis manos salvo el sobre que tenía que leer.Me introduje en mi recámara y comencé a leer el contenido, esta vez habían asesinado a varias niñas pequeñas, cuyas familias no había rastro alguno. «Mierda», pensé, con tan poca información, nos costaría mucho más comenzar el caso.Estaba a punto de guardar todo cuando el sobre cayó al suelo debido a una fuerte ráfaga de viento. Suspirando, me levanté de la silla para poder recogerlo, y noté que no había visto algunas pequeñas fotos en las que se notaba que al lado de cada cadáver había una máscara. En todas las fotos la misma, me llamaba la atención ya que me había parecido verla antes... pero sacudí la cabeza para pasar el pensamiento. Nuevamente regresé a mi escritorio y deje ahí todo, cerrando esta vez bien la ventana. Apagué la luz y me fui a dormir.

Narra ___:

Recuerda nunca te liberarás de mi Amelia, ni tú ni tu familiaMe desperté sobresaltada. Mierda ese maldito hijo de puta le había dicho eso por última vez antes de matarla, igual ambos se merecían la condena de muerte por toda su vida... pero él logró desafiar a las autoridades todas las veces existentes. Todavía esa duda rondaba por mi cabeza, él es muy inteligente o nosotros lo suficientemente estúpidos, esas opciones quedaban en inconcluso.Respiré agitada, estaba tratando de controlar mi respiración y pulso. Me levanté y decidí hacerme un té para relajarme, bajé las escaleras y en la mesada de la cocina había dejado el sobre que mi jefe había mandado para leerlo detalladamente su contenido. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Enseguida caí en que me había quedado profundamente dormida y ni siquiera me había inmutado de aquel sobre.Respiré profundamente y con mi té ya preparado, me dispuse a leer. El reloj marcaba que eran las tres de la mañana, tenía que apresurarme.Cuando terminé de leer inspeccioné las fotos minuciosamente, noté algo extraño en ellas... en todas estaba esa maldita máscara. Cerré fuertemente los ojos concentrándome y nada. ¡Agh, mi cerebro no funcionaba a estas horas! Y suspirando derrotada, me fui nuevamente a la cama.

Donde hubo fuego... Cenizas quedan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora