Cristóbal se sentó en el mismo sitio dónde lo había hecho yo justo antes de ir a la fiesta, el evento que había cambiado mi vida en todas las formas posibles.
-¿Quieres algo de tomar?- pregunté, pero luego caí en cuenta de que él no necesitaba nada, y me sentí estúpida.
-Claro, una café muy caliente, por favor.- pidió amablemente mientras se ponía de pie. Me sorprendí, y al parecer la sorpresa se reflejó en mi rostro.- ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo malo?- su cara se ensombreció.
-Bueno... No.- dije, tratando de subirle los ánimos.- No pasa nada, tranquilo. Es que pensé que como eres un...- no quise decir la palabra. Aún me parecía increíble.
-¿Un vampiro?- dijo él, y sonrió, mostrando sus perfectos dientes blancos. Parecía que no hubiese hecho algún esfuerzo físico, pues se veía en perfecta calma.- No, no. En realidad no tomamos café ni nada de eso, pero su calor es refrescante.-
-¿Refrescante?- dije, algo temerosa. No podía quitarme de la cabeza la escena con el monstruo que había querido asesinarme.- ¿Qué quieres decir?-
Cristóbal se enserió, y se acercó a mi lentamente.
-No tienes nada que temer. Yo no voy a hacerte daño, estás a salvo aquí en casa y conmigo nada te pasará.- me convenció, su mirada profunda eliminó mi miedo. Pero en seguida le repuse.
-¿No me estás encantando, verdad? Porque si vuelves a hacer eso te echaré de mi casa y jamás te perdonaré. No me importa que hayas salvado mi vida.- exclamé. No podía tolerar que aparte de ser una criatura sobrenatural quisiera propasarse mentalmente conmigo.- ¡Y voy a darme cuenta si lo estás haciendo!-
-No lo estoy haciendo. Y te prometo que jamás lo haré contigo de nuevo. Nunca.- dijo, y alzó su mano derecha en señal de que lo prometía en serio- Pero es curioso que seas la primera humana en darse cuenta del encanto vampírico. No tengo idea de por qué puedes notarlo.-
-Es porque soy de mente aguda.- respondí- Noto cuando me engañan, así sea un truco sobrenatural o no.-
El sonrió de nuevo
-¿Ah, si? ¿Quieres intentarlo una vez más a ver si puedes resistirte?- Dijo, mientras se acercaba más a mi.
Su cara era de curiosidad. Sin siquiera responderle, tomó mi rostro entre sus manos heladas y fijó su mirada en mi. Sus ojos azul oscuro eran tan penetrantes y hermosos que era imposible evitar verlos, y su cara hermosa, tan firme y joven, con su rastro de barba... Pero algo había cambiado, ya no me sentía como en un sueño. No me sentí encantada en lo absoluto.
-¿Me estás encantando?- pregunté, y mi ceño se frunció un poco.
-No, y me doy cuenta de que puedes notarlo. Te felicito.- dijo él, soltándo mi rostro delicadamente y volviendo a sentarse en donde estaba anteriormente.
Por un instante creí que mentía, que sí estaba tratando de encantarme, pero luedo desistí del pensamiento. No era tan importante.
Fui a la cocina y comencé a preparar algo de café, asegurándome que estuviese muy caliente para el gusto de mi invitado. Estaba colocando la cafetera en orden cuando noté que el vampiro estaba sentado en la mesa de mármol de la cocina frente a mi. No pude evitar reprimir un grito.
-¿Te asusté? Disculpame, en serio. Lo siento tanto, necesito acostumbrarme a que aún no estás familiarizada con esto.- dijo él, claramente apenado.
-No te disculpes tanto Cristóbal, no es necesario. Pero tienes razón, aún no estoy acostumbrada a verte... de este modo.- respondí mientras servía dos tazas de café.
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Sol Durmiente.
VampirePRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA 'ROSA INMORTAL' Rosa Arismendi, una chica recién graduada de periodista consigue el trabajo de sus sueños: Gerente de una editorial. Su vida cambia totalmente cuando conoce a los Bolívar, una familia enigmática y con un...