Capítulo 22.

34K 1.4K 62
                                    

Dos días. Había pasado dos días sin pegar un ojo por culpa de todas las cosas extraordinarias que estaban ocurriendo a mi alrededor. Primero, en la noche anterior, había descubierto de la manera más aterradora existente que los vampiros eran reales, y que algunos mataban a personas sin piedad, como Ariel habría hecho infinidades de veces. Y ahora, justo después que intentara sentirme normal nuevamente, Sonia tenía a docenas de personas desnudas en el patio de su casa, danzando frenéticamente a la vez que ella colgaba de un saco, destinada a convertirse en una bruja, otra criatura que no pensaba que existían.

San Antonio era un pequeño pueblo, pero en él se ocultaban misterios que dejarían boquiabierta a la humanidad. Dos razas sobrenaturales distintas habitaban en el mismo lugar.

Habían pasado dos horas desde que la rubia escocesa se había convertido en parte del aquelarre de las brujas del sur, como luego supe, de boca de la reina Alaysa, que se llamaban originalmente. Estuve absorta escuchando cuantos aquelares existían en el mundo -más de diez mil- y como más de uno habían decidido separarse de su aquelarre y vivir como ermitaños.

Porque eso era posible. Un brujo o bruja, puede por decisión propia vivir lejos del grupo que lo inició, al igual como los vampiros podían vivir por su cuenta, separandose de su clan. También me había hablado acerca de que no todos los brujos eran benévolos. Existían algunos desterrados que habían decidido practicar magia oscura, y para eso necesitaban sangre humana.

Una vez todos vestidos con ropas normales, pues todos anteriormente habían estado con túnicas que rasgaron hasta quedar en sus trajes de piel, Alaysa y su grupo se despidieron de nosotras, pero no si antes hacer un último truco de magia, magia verdadera: Todas las frutas, velas, flores y demás, desparecieron con un movimiento fluido de las manos de la reina. Mis ojos se abrieron por la sorpresa, aunque luego me acostumbré a que ya nada iba a ser normal en esa casa, o en mi vida.

Luego de que la última persona, el hombre atractivo con el que había conversado mientras estabamos todos desnudos, salió de la casa, fue que pude reaccionar ante todo lo que ocurría.

-¿Me puedes explicar que demonios fue eso?- exclamé, al instante que caminaba a toda velocidad a donde se hallaba la rubia, junto a la puerta de entrada de la casa blanca.

-Lo siento, de verdad Rosa. No podía decirle nada a nadie, o el contrato se rompería.- dijo Sonia, en una voz que claramente denotaba tristeza.

-¿Contrato?-

-Si. Verás, conocí a Alaysa dos semanas antes que tú llegaras, creo que fue al día siguiente que llamaste para ver lo de la habitación. Había ido al mercado del pueblo en bicicleta, y fue entonces cuando me topé con esa mujer enorme y pálida como la pared- contó, mientras señalaba hacia la pulcra pared blanquecina- Tiene un puesto en el mercado, un pequeño tarantín lleno de frascos con especies, esencias y cosas así. Luego, me fijé en un extraño símbolo que tenía el puesto, un círculo con un octágono dentro, y dentro de este un pentagrama.-

-¿Y qué es eso?- pregunté, frunciendo el ceño.

-No lo sabía hasta que ella me lo dijo. Había soñado con ese símbolo por días antes de verlo, y cuando lo hice, tuve una especie de revelación. Le pregunté que significaba, y me contó que era el símbolo de su hermandad, el aquelare de brujas del sur. Cuando le dije que había soñado con ese símbolo, me dijo que había magia corriendo por mis venas, y me preguntó que si quería formar parte de su clan. Por supuesto que asentí.- dijo Sonia, emocionada y moviendo la cabeza afirmativamente.

-¿Pero, por qué no me contaste nada?-

-Bueno, porque es una regla antes de la iniciación. No puedes contarle a nadie nada que revele que serás iniciada, o el contrato con la reina se rompe y no puedes formar parte del aquelarre.-

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora