Capítulo 34: Necromancia en San Antonio.

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Estaba lista. Iba a capturar al monstruo asesino y vengativo que había acechado mis noches en el pueblo donde apenas tenía dos meses tratando de vivir en paz. Sentía ira contra la bruja oscura, contra Laura. Quería hacerla pagar por la muerte del chico. Quería hacerle daño por burlarse de mi en todos los periódicos. La sensación de venganza apareció en mi alma, quemando todo rastro de piedad. Obviamente yo no podría hacer nada. No tenía ninguna clase de poder sobrenatural, fuerza sobrehumana o magia para defenderme. Por eso es que actuaba como carnada. Si la bruja me quería, lo más que podía hacer era que ella se acercara a mi y tratara de hacerme daño.

Entré en mi auto y cerré los ojos, respirando lenta y tranquilamente. Quería estar preparada para lo que pudiera ocurrir aquella noche ventosa y llena de neblina. Una noche perfecta para la trampa, la captura y la expulsión.

Cristóbal se había introducido en la oscuridad del bosque, y quizás ya estaría junto a sus hermanos y Sonia aguardando el momento justo para el gran acontecimiento. Encendí el deportivo azul y en seguida lo puse en marcha. Encendí las luces frontales para tratar de ver algo a través de la espesa neblina, y deseé por un momento tener una visión extraordinaria, al igual que la de los vampiros. Bajé las ventanillas y el descenso de la empinada montaña comenzó. 

Pasé frente a la pulcra villa de color blanco que resaltaba como una estrella en medio de una noche sin luna, la casa de Sonia y luego entré al pueblo. Eran aproximadamente las siete y media de la noche, por lo que San Antonio se hallaba aún activo, con docenas de personas en las calles que a veces me impedían avanzar directo hacia la salida del pueblo, donde el bosque se profundiza y oscurece y las criaturas son libres de hacer lo que quieran. 

Por fin logré ver el letrero que indica que se va saliendo del pueblo, del territorio de los Bolívar, donde se suponía que ningún otro ser como ellos tenía la autorización de entrar. Por supuesto, esa ley podía romperse sin problemas mientras los vampiros dueños del territorio estuvieran ocupados tratando de cazar a un brujo asesino. Las casas comenzaron a desaparecer lentamente, hasta que pronto lo único que pude lograr ver fue una espesa niebla blancuzca, que me daba la sensación de estar sobre una nube. Las luces del deportivo no eran suficientes para vislumbrar lo que había adelante de mí, por lo que bajé la velocidad del auto hasta ser comparable a la de un hombre normal caminando. Fue entonces cuando ocurrió.

La radio del auto se encendió y mostró una emisora que jamás en mi vida había escuchado, posiblemente no existía, pues lo que escuché me heló los huesos. Una voz susurrante y llena de estática me paralizó las manos en el volante.

-Están muertos. Todos los que quieres están muertos. Tu padre, tu hermana, tu amiga. Hasta el amor de tu vida. Ven Rosa, es hora.-

No era verdad. Lo que la voz en la radio me decía era completamente falso. Un truco de Laura para asustarme, eso era todo. La voz me había dicho algo que había oído una vez, cuando tuve un sueño con el demoníaco vampiro que deseaba matarme. 'Es hora' me dijo, 'Es hora de comer'. No fue hasta entonces que me di cuenta que ya el auto no avanzaba. Bajé la vista hasta los pedales, y al presionarlos fue como si no hubiera hecho nada, pues el auto no respondió, a pesar de estar encendido y con el motor rugiendo. Suspiré otra vez, y llena de determinación, salí del deportivo.

En las oscuras afueras del pueblo hacía más frío de lo habitual, y el pantalón ligero color crema que tenía en aquel momento no me protegía. Llevaba un suéter color azul oscuro y mi oscuro cabello suelto hasta más allá de los hombros. Tenía las piernas heladas gracias a mis genes friolentos, y las manos descubiertas estaban rígidas, quizás por el apretón que le hice al volante segundos antes de salir.  Las estiré y al hacerlo escuché un ruido proveniente de la espesa vegetación. Me puse en estado de alerta, pues juraba que lo que estaba a punto de salir de ahí era Laura... o Ariel. La sola idea me paralizó.

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora