Capítulo 25.

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Punto de Vista de Sonia.

La reina Alaysa me había contado acerca de los brujos oscuros, en una de las reuniones secretas que teníamos en un lugar apartado del bosque, en el círculo sagrado del aquelarre de las brujas del sur. Los brujos oscuros eran aparentemente personas normales, con empleo y con familia, pero en su interior habitaba el mal.

-Eso no es verdad.- dije, dudosa- No hay brujos oscuros en San Antonio, no se les permite la entrada. Tus amigos vampiros deberían saber eso.-

Rosa frunció el ceño. Le molestaba que me refiriera a los Bolívar como 'vampiros'. Lo encontraba despectivo. ¿Pero cómo podía llamarlos, si sabía muy bien que esa especie era traicionera genéticamente?

-Ya te dije que no me gusta que los llames así. Ellos son de fiar, Sonia. Lo se.-

-¿Cómo puedes saberlo? ¿Te lo dijeron?- dije, sarcástica. Jamás me había puesto de ese humor frente a Rosa, pero lo hacía por su bien. Debía proteger a mi amiga de lo que esos vampiros pudieran hacerle, y más ahora que sabía que uno de ellos estaba loco por asesinarla. Tenía que hacerla cambiar de opinión respecto a los Bolívar.

Aún estaba sorprendida por el hecho de que en este pueblito donde nunca ocurriera nada fuera de lo común, habitaran seres tan peligrosos como los vampiros. Sabía que existían desde que era niña, pues mi padre me había contado historias acerca de un grupo de vampiros que vivían en Escocia en la década de los cuarenta, cuando él era joven. Me había contado que eran de apariencia humana, pero de piel más pálida de lo habitual en una persona cualquiera. También que podían desplazarse a una velocidad increíble, sin necesidad de usar auto. Él los había visto atacar a un amigo suyo una noche en la que salieron de un bar. De no ser porque su amigo llevaba un encendedor, los vampiros lo habrían matado. Prendió en fuego a uno de ellos, y se incineró al instante. Los demás huyeron, no sin antes clamar  venganza al amigo de mi padre, quien murió pocos meses después. Lo encontraron degollado en la entrada de su casa.

Mi padre supo quienes habían sido los asesinos de su amigo, y temiendo que fueran por él, huyó de Escocia hasta Venezuela, donde conoció a mi madre y se casaron. Por eso es que no era nada ignorante con referencia a los vampiros, y más ahora que era parte de un aquelarre de personas expertas en temas ocultos.

-Sonia...- suspiró Rosa- No entiendes, ellos me salvaron. De no ser por los Bolívar yo estaría muerta ahora. Ariel...-

-¿Ariel? ¿Es el nombre del vampiro que te quiso matar?- pregunté.

-Si... ¿Por qué?-

-Por nada...- hice un ademán con la mano y me puse de pie, caminando a la cocina. Rosa me siguió al instante, insistiendo el por qué quería saber el nombre del vampiro, hasta que, por primera vez en dos semanas, Rosa me sacó de quicio.

-¡Por nada!... Escucha, Rosa; me parece excelente que estés agradecida con ellos por salvarte la vida y por protegerte, pero no deberías hacerte amiga de esas criaturas. Son peligrosos, en algún momento podrían matarte si así lo quisieran.-

-Pero... No es solamente eso, Sonia.- dijo Rosa, de repente desviando la mirada hacia algún lugar de la cocina- Es que... Cristóbal y yo... Estamos saliendo.-

-¿Estás saliendo con Cristóbal Bolívar?- exclamé, sorprendida. Esto si que era una novedad. Jamás en mi vida había oido hablar de que una humana saliera con un vampiro, a excepción de la novela de 'Drácula', pero sabía bien que eso se trataba de ficción- ¿Acaso estás loca? ¡No está bien!-

-Creí que querías que saliera con él...- dijo Rosa, a manera de excusa. Tenía los hombros alzados y la cara arrugada. Estaba avergonzada.

-Pero... Ahora es distinto. Cristóbal es un vampiro. Yo no sabía eso cuando te lo dije.- sonreí. Me parecía cómico que estuvieramos hablando de ese tema en un momento así.

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora