Capítulo IX

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Lancelot había salido del castillo para llamar a Canalla, este, al primer llamado del caballero llegó a la puerta del castillo.

Tomó la silla y la rienda para colocársela—¿Disfrutáis los pastizales? no cabe duda que eres un excelente potro... —Como le gusta hablarle y mimarle, eran amigos, muy unidos, a pesar de que podría parecer frio hasta con sus animales, no era el caso.

Mientras Lancelot estaba con Canalla, a lo lejos se vio llegar a otro caballero encima de su jinete: se trataba de Sir Gawain y su caballo Temerario.

Bajó de un salto el equidna y expulsó muy efusivo —¡Oh, reverenciado Lancelot! no creí toparte en este periquete.

—No sabía deciros si es fortuna o destino, Gawain. —No le dirigió la mirada, se concentró con su caballo.

—No cabe duda que vos, siempre andáis de humores... —Indignado el caballero rojo por oír a su compañero no voy feliz de verle, tomó la cuerda de Temerario y lo llevó dentro de la fortaleza.

Lancelot miró de reojo a Gawain, lo dejó pasar para después de unos segundos llevar a Canalla dentro, hacia los establos.

Sir Gawain era otro caballero de la mesa redonda, sirviente del Rey, con lealtad a Arthur, (como todos los caballeros de la mesa redonda). Se llevaba bien con Lancelot, pero a diferencia de Gawain, Lancelot era un poco más frívolo en cuanto a personalidad, y Gawain, era más amable y sensato, además de ser un defensor de los pobres y un consumado hombre en damas.

Lancelot dejó a Canalla en los establos que se encontraban en el patio de armas, igual Gawain, ambos se cruzaron nuevamente en ese lugar.

—¿Vuestro Rey quedo contento con el mandato que te ordenó ayer? —cuestionó terminando de sujetar a su caballo.

—Con certeza, no hubo nada en que le fallara...no puedo hacerlo. —expulsó Lancelot.

—Es la lealtad del Rey, siempre se obedece y cumple con ello.

—Si vos llegarais a faltar o desobedecer al Rey, si no completaras satisfactoriamente vuestro cometido... ¿Que hacéis?

Se lo pensó un poco, afligido y temeroso de que llegase a suceder esa situación futura—...quitarme la vida seguramente. No soy nada sin la lealtad del Rey.

—Sólo confía en ti mismo y no habrá necesidad de realizar algo como eso, tal y como Lamorak confía en su velocidad y destreza.

—Que así sea, Lancelot. —Movió su cabeza de forma afirmativa, quitándose el casco que ya le empezaba a agobiar. Ambos caballeros salieron del establo y, de camino a la gran sala, Lancelot le suelta:

—Os tengo que comentarte algo.

—Te escucho, caballero del Lago.

— ...tengo una nueva moza.

—¿Otra? ¡Pero seréis un pillo! —gritó descaradamente el caballero del sol, alegre y burlón—. Y se supone que yo sois el libertino...

—¡No seas burdo! esta es diferente, no es cualquier moza.

—¿A qué te referiréis, Lancelot?

—Esta eriza se quedará aquí, en el castillo, y además, es bastante noble...es una plebeya. ——¡Serás sensato! ¿De verdad se quedará aquí? ninguna plebeya, gente del pueblo, se ha metido a un lugar como este... ¡Somos caballeros de la mesa redonda!

—Creerme si te digo que es de confiar... —El sonar así de convencido, con cierta gentileza y hasta paciencia en un habitante del pueblo, le extraña súbitamente a Gawain.

Cuando te Tuve a mi Lado... (Shadamy) •|REEDITANDO|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora