Animal favorito.
Mi amigo se había tomado unas cervezas, quizás cinco o seis. Según él aún estaba bien. Nos subimos al auto, la música fuerte para mantenernos despiertos a estas horas de la noche y la última llamada a mi madre.
- Oye, voy pa la casa yo - Solté apenas contestó.
- Tenga cuidado mi amor - Se notaba que la había despertado.
- Si mami nos vemos mañana, duerma bien - Corté el teléfono después de su chao.
Mi amigo cantaba un tema de reggaeton, tumba la casa mami se repetía constantemente. Nos detuvimos en un rojo y un auto color plateado comenzó a llamar nuestra atención, aceleraba constantes veces para que mi amigo le hiciera una carrera en medio de la avenida, el chico ya tocado con las cervezas aceptó y a penas el verde cambió ambos tipos aceleraron sus vehículos.
- Ten cuidao' culiáo - Veía como subía la velocidad, pasando ya los 140.
- No pasa na' Bestia weón - Mi corazón se aceleró cuando la velocidad llegó a los 160 en una avenida con bastantes semáforos.
- Ya po' alex culiáo, para la weá - Bufé cuando vi que no pensaban detener la "pelea". Cuando un rojo se nos presentó el chico a mi lado no alcanzó a frenar y chocamos contra un camión, recuerdo el golpe contra el parabrisas y un dolor punzante en el pecho.
Desperté al rato, el frío calaba mis huesos y tenía bastante hambre. Me levanté del piso y caí, todo tenía una imagen distorsionada, supuse sería por el accidente y el golpe en la cabeza. Comencé a gatear unos metros hasta que un hombre bastante alto se me acercó.
- Ayudeme - dije y pude escuchar un ladrido, al mirar a mis lados no vi ningún animal que lo hubiera emitido - por favor - volví a escuchar el ladrido y el hombre me hizo el quite, seguí gateando en busca de ayuda. Me dolía un montón la cabeza, el frío de la noche amenazaba con lluvia y la poca gente que transitaba por el lugar a estas horas no era de mucha ayuda.
- Pss - escuché - oye ven - un vagabundo me llamaba con sonidos extraños sentado fuera de un banco - oye bonito ven - miré a mis lados y me asuste un poco, avancé desconfiado - venga chiquitito, que bonito perrito - espera, me detuve unos pasos antes de el y sentí como su mano recorría mi mentón - no te había visto por aquí antes - me alejé un poco del hombre hacia el ventanal del banco y pude observar mi imagen. Un perro de color blanco se reflejaba ante mi.
- No - susurré - por favor no - el hombre que hace muy poco había estado sentado se hallaba a mi lado.
- Vamos cachupín - soltó para seguir caminado, sentía mi respiración acelerada y me temblaban las piernas, bueno las cuatro piernas. Avancé junto al hombre unas calles, con la mente confundida y mi corazón triste. Vida de perros decía la gente al ver un perro tirado en la calle, descansando del calor o simplemente flojeando.
Vida de perros decía yo cuando envidiaba la relajada vida del animal. Ahora después de tres meses me arrepiento, vida de perros diría ahora cuando pasó hambre, cuando el frío está tan insoportable que me duelen las extremidades. Vida de perro cantaría cuando me golpean en el metro sin haber hecho nada, cuando la soledad es lo único que me acompaña.