Estoy parado frente a la ventana de mi cocina, observando la oscuridad que se come todo lo que está afuera. Me gustaba la noche, encontraba que era un momento donde se podía estar tranquilo sin nadie quien te molestará. En eso comenzó a sonar el timbre sacándome del transe, sonaba insistentemente y decidí correr a abrir. Al abrir la puerta un golpe de viento congelado fue lo único que encontré y puteando a los pendejos de mierda que jugaban a esta hora volví a la cocina. El agua que había dejado hace unos minutos para hervir ya estaba lista, me preparé un té con leche y me fui a la cama. Debía revisar los últimos detalles del vídeo de mañana. Me senté frente al computador en la silla que tanto tiempo me había acompañado y abrí el editor. Me había tomado la mitad de la leche cuando la televisión del living se encendió.
¿mamá? - grité, pero no recibí respuesta, la televisión subía su volumen hasta el máximo y decidí bajar antes que los vecinos me vinieran a webear - tele re culiá - tomé el control remoto y al apagarla un silencio absurdo invadió mi casa. Volví a mi habitación con el control en la mano y lo dejé sobre mi cama, mi sorpresa y enojo fue mayor al encontrar el computador apagado, había perdido todo el vídeo del otro día. Volví a encenderlo y revisar que todas sus conecciones estuvieran bien.
Me di vuelta varias veces en los próximos minutos, me sentía observado y tenia una sensación extraña en el cuerpo, la temperatura en la habitación había bajado por la hora que ya eran. Apreté la llamada de Skype en el contacto del rojo culiao.
¿qué pasó? - soltó, en la pantalla se veía un Alfredo concentrado.
Se me borró todo el avance del vídeo hijo de la perra y ahora me aburro - resoplé - ¿qué estás jugando Alfredo culiáo?
Estoy pescando, mas que un juego una vida - reí provocando que el weón mirara la pantalla - oye Nico, ¿estay con visitas?
No, estoy solo - seguí editando el vídeo, cortando partes que las ratas no debían ver y hacer como que nunca pasó.
Oye Nico, ¿estás seguro? - asentí mirando la pantalla de Skype.
¿qué weá? - bufé, la cara de mi amigo estaba bastante seria como para que estuviese jugando, todos sabíamos que el Jaime no podía hacer bromas porque se cagaba de la risa.
Es que, vi pasar un weón por el pasillo - susurró como si temiese que el tipo escuchara.
Pero weón si deje la puerta cerra' - al girar mi silla me percaté que la puerta estaba abierta completamente y el control del televisor no estaba. La televisión se encendió con el volumen máximo nuevamente.
Cierra la puerta mientras llamo a los pacos weón - mi amigo con el teléfono en la mano comenzaba a marcar. Me saqué los audífonos y caminé hasta la puerta - Nico weón quedate en la pieza - escuché gritar al Jaime, pero era mi casa y debía cuidarla. A parte, ¿qué ladrón viene a ver la tele?. Bajé las escaleras en silencio, esperaba de verdad que todo fuese un sueño. Cuando llegué al living el control remoto estaba sobre la mesa, lo tomé con rapidez y apagué el televisor. El sonido que escuché después fue escalofriante, un grito agudo desde la cocina, corrí sin pensar que podría ser y al momento de pasar la puerta todos los muebles se abrieron, los cuchillos que estaban sobre la encimera se me abalanzaron y el dolor agudo del corte me despabilo. Corrí hasta mi habitación, cerrando la puerta con fuerza asegurando que el pestillo estuviera. Cuando me giré a ver la pantalla la puerta se abrió, golpeándome en la espalda. Caí al piso y mi mirada dio con un Jaime que me hablaba a través de la pantalla, podía ver la desesperación en su mirada. Una presión en mis tobillos y algo que no pude ver comenzó a arrastrarme con rapidez, me golpeaba con la escalera al bajar y gritaba con desesperación. En el living me levantó de los pies y quedé cabeza abajo viendo todo mi alrededor. Observaba sombras en el cuarto antes de que la luz se cortara, no dejé de gritar por ayuda en ningún momento.
Por favor - repetía constantemente sin saber que pedía realmente. Escuché un golpe y las ventanas se reventaron, volví a sentir ese dolor punzante a través de todo mi cuerpo. Ya dándome por vencido la puerta se abrió, dejando entrar a cuatro Carabineros que asombrados vieron como caía al piso, miraban a todos lados hasta que uno se me acercó.
Tranquilo, estamos contigo - intentaba sujetarme de algún lugar donde no hubieran vidrios para levantarme. Sus colegas que observaban todo a nuestro alrededor se mantenían alerta, con sus armas cargada. Cuando logré levantarme volví a escuchar ese grito agudo, el hombre que me sujetaba apuró nuestro paso para salir, pasamos de los tres hombres cuando uno de ellos voló por nuestro lado con el cuello roto - ¡corre! - gritó con desesperación cuando otro terminó de la misma manera que el primero. Cuando pasamos la puerta de entrada está se cerró, dejando dentro al carabinero que venía tras nosotros. Escuchando sus gritos de dolor el hombre me subió a la patrulla, llamaba refuerzos para algo que no sabía a ciencia cierta que era.