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Unas piernas que respiran, veneno de serpiente. Por el camino del viento, voy soplando agua ardiente.

Miraba con tranquilidad como las olas rompían con cierta furia en la orilla, intentaban atraparme mientras lloraba junto a la botella de vodka barato que había comprado en una botillería cercana. Había dejado la silla de ruedas que había usado las últimas seis semanas en la calle y arrastrándome logré tocar la arena mojada.

Hace ocho semanas que el mar me lo había arrebatado, hace dos meses que un fin de semana perfecto se había convertido en el peor de mi vida. Estábamos celebrando los cuatro años de pololeo, al Naiko le encantaba el mar, era su pasión dibujar frente al agua y como el hombre enamorado que era, decidí que podíamos venir por el fin de semana. Ahora me arrepiento, me arrepiento tanto de traerlo y de aceptar sus caprichos. De no poder despedirme cuando decidió nadar, cuando en segundos el mar quiso tenerlo para siempre con él. Es que, cualquiera querría su compañía eterna, y yo no era capaz de vivir sin ella.

Di dos sorbos más a la botella que me acompañaba, avancé lo suficiente para que el agua tocará mis piernas, que no eran capaces de sentir algo. Es que nada en mi cuerpo sentía después de ese día.

Cuando vi que el muchacho se metió bajo una gran ola me levanté, me acerqué a la orilla olvidando todo lo que teníamos. Esperaba verlo salir, pendiente de toda persona que se pareciera, otra ola terminó de llevarse a los que habían salido hace sefundos. Empecé a caminar, entrar hasta el último lugar donde lo había visto. La gente levantaba cuerpos inconscientes del agua, las olas no se detenían y mi desesperación aumentaba. Recuerdo llamarlo mientras caminaba, la gente me detenía y a empujones los sacaba de mi camino, tenía que encontrarlo, saber que estaba bien. No me di cuenta en que momento estaba en el lugar donde lo había visto por última vez, tampoco cuando fui arrastrado junto a una ola, menos cuando mi espalda dio con una gran roca y el dolor ocupó toda mi mente. Dos salvavidas me sacaron, aún podía respirar pero, había perdido la movilidad de toda parte inferior de mi cuerpo.

Las olas aumentaban su fuerza mientras bebía lo último que me quedaba de la botella, mi rostro húmedo por las lágrimas miraba hasta la puesta de sol que alguna vez disfruté a su lado.

Levanté mi mano hasta ocultar el sol que me molestaba, el anillo con el que le juré mi amor eterno aún estaba en el mismo lugar, con nuestros nombres grabados en él.

- Te dije que moriría si te ibas amor -

Las fuerza del mar arrastraba mi cuerpo con las olas, metiéndome cada vez más, intentaba quedarse conmigo como se quedó con él y no se lo impediría. Quizás encontraría el cuerpo que toqué tantas veces mientras hacíamos el amor, a lo mejor podía volver a besar esos labios que tanto amaba.

Sin fuerzas recibí la última ola, esa que me cubrió por completo y terminó por arrastrar mi delgado cuerpo. Cerré los ojos con fuerza soltando la botella de vodka barato y abrí la boca, el agua entraba en mis pulmones cuando abrí los ojos.

Lo vi, después de dos meses me sonreía, se acercaba con rapidez para tomar mi rostro. Ni un segundo demoré en aceptar su beso, ese beso que extrañaba con lo mas profundo de mi alma.

- Te amo Nicolás - escuché su voz, tan clara, tan perfecta como la última vez.

Reto de escritura fanfic GOTH - ¡TERMINADO! [Historia Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora