Era otra posibilidad

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Esperó hasta que entrara al edificio para retirarse. Puso el auto en marcha y condujo hasta su casa. Sí, su casa, no el edificio deplorable en el que realizaba sus experimentos.

Llevaba demasiado tiempo sin ir a su hogar, si es que de alguna manera se lo puede llamar así. Si bien, no gastaba todo el dinero que tenía, había comprado una casa lo suficientemente cómoda y lujosa, digna de un hombre con una profesión importante.

Estacionó el auto, salió del mismo y entró a casa. Subió por las escaleras dejando algunas cosas en su habitación, después entró al baño y tomó una corta ducha. Cuando terminó, secó su cuerpo y se enrolló en la toalla por la cintura, salió del baño e intentó escoger que atuendo se pondría.

Al final se decidió por la típica camisa de botones blanca y pantalón negro. No lo había pensado mucho, o eso pensaba, era todo lo contrario, inconscientemente había pensado mucho sobre la ropa que usaría, en el fondo deseaba verse bien ante Anielka.

En cambio, Anielka, Fue corriendo hasta la habitación donde dormía y buscó entre toda su ropa, lo más decente que tenía, buscó con desesperación algo agradable y lo dejó en su cama.
Fue corriendo hasta el baño y se dio una ducha con tranquilidad mientras observaba leves marcas de los tubos y agujas en su piel.

Una extraña sensación recorrió su cuerpo acompañado de un leve vértigo que fue pasando progresivamente con la ducha.
Fue secándose camino a la habitación y empezó a vestirse con tranquilidad. Se puso un pantalón negro y una camisa pero dado el frio que había en el exterior, se supuso una gabardina.

Bajó inmediatamente a la planta baja y se sentó en el exterior del edificio a esperarlo mientras abrazaba sus piernas.

Isaäk acomodó adecuadamente su corbata y se colocó una chaqueta, trató de acomodar su cabello en vano pero no le tomó importancia, se le estaba haciendo tarde. Tomó las llaves del auto y la de la casa, salió de casa y subió al vehículo.

Llegó una vez más al refugio, Anielka ya estaba fuera. Sonó el claxon para llamar su atención. Este se levantó inmediatamente y corrió hacia el auto, entrando casi al instante.

—H-hola...— al verlo, se sonrojó notablemente y se puso en cinturón de seguridad—. Te ves muy apuesto.

Realmente se veía diferente a cuando lo conoció y eso realmente lo había impresionado, volvió a verlo y besó la mejilla del menor.

–Hola, tú también te ves bien —sonrío al verlo. Se acercó a verlo más de cerca y aprovechó para oler su cabello—. Creo que tendré un problema con esta parte de ti, además de tu acento alemán.

Volvió su vista al frente y comenzó a conducir rumbo al Jay's bar.

— ¿M-mi cabello?— soltó una leve risita, acomodándolo levemente, cubriendo con suavidad sus ojos— Eso es... Muy halagador.

Se sonrojó levemente y miraba por la ventana, mientras movía levemente sus dedos, viendo de reojo al mayor.

— ¿Te gusta mucho ese lugar?— preguntó con curiosidad— ¿Vas muy seguido?

–Antes venía casi todos los días, pero hace tiempo que no he venido. Es uno de mis sitios favoritos de la cuidad —confesó. Estacionó el auto y bajó.

Rodeó al automóvil para abrir la puerta de Anielka y ayudarlo a bajarse.

—El braman en un amigo de la universidad.

—Vaya...— Susurró antes de bajar del auto tomando la mano del mayor— Conoces muchas personas— se acomodó la ropa y, con timidez, tomó la mano del mayor, entrelazando sus dedos con los del mayor.

Entró junto al mayor a aquel lugar, juntando al mayor, manteniendo levemente la mirada en el suelo.

–La mayoría son ex-compañeros— apretó un poco su mano, lo dirigió a una mesa al fondo del lugar, los sillones eran de tapiz rojo. Tomó un asiento y le hizo un movimiento al contrario para que hiciera lo mismo. En unos segundos un mesero llevó una cartilla de menú.

–Anielka, ¿Puedo preguntarte algunas cosas?

AnielkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora