Dolor

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Sentir los labios de Isaäk recorrer cada parte de su cuerpo, haciéndolo suspirar de placer.
Movía levemente sus manos y arqueaba su espalda al sentir aquellas atenciones en su pezón que lo hacían chillar de placer.
Sus pies lograban ponerse de puntillas, lograba envolver el cuerpo del mayor con su pierna, apegándolo más a él.

—Isaäk...—susurraba entre jadeos antes de tensar todo su cuerpo al sentirse cerca del orgasmo— ¡M-me estoy volviendo loco~!

Gritó casi fuera de sí mientras todo su cuerpo le clamaba atención, sobre todo su interior, movía sus muñecas y mordía su labio tratando de mantener la poca cordura.

Al escuchar aquellas palabras salir de la boca de quien amaba, no pudo evitar formar una sonrisa. Liberó las manos del menor y bajó las propias acariciando su cuerpo, sus besos continuaron el camino deteniéndose en la entrepierna del contrario.

—No te contengas —dijo antes de lamer su entrepierna rodeando con su lengua el miembro y metiéndolo todo en su boca, le encantaba cuando Anielka gemía mientras lo hacía.

Sostuvo las piernas del menor y las separó para abrirse más espacio para meter y sacar el miembro del contrario de su boca.

Al sentir la calidez de la boca del contrario, soltó un fuerte gemido que hizo que sus piernas flaquearan y se apoyó en los hombros de éste, masajeándolos lentamente antes de llevar su mano al cabello del mayor, acariciando lentamente antes de tomarle con suavidad y empezar a mover sus caderas al compás de los movimientos de Isaäk.

—C-contigo... Es imposible contenerse —susurró a la vez que movía en ligeros movimientos circulares y empezó a embestir la boca del mayor.

Acomodaba un poco el cabello del mayor mientras sentía todo su cuerpo temblar hasta soltar un fuerte gemido y eyacular en la boca del mayor.

Pasó sin dudar cuando el menor eyaculó en su boca. Continuó lamiendo su miembro, luego lo sacó de su cavidad y limpió el exceso que había en sus comisuras con su mano. Pudo apreciar el rostro que había puesto el menor, y eso le provocó una sonrisa.

—Tus expresiones hacen que debata conmigo mismo entre hacértelo más salvajemente o morir de ternura de lo jodidamente hermoso que eres —susurró una vez lo hubo abrazado. Lo cargó por sus muslos y lo dejó con la espalda tocando el suelo. Besó con mucho más amor los labios del contrario mientras deslizaba su mano hasta logras masajear su trasero.

Al escucharlo, fue inevitable que aquel tono carmín se apoderara por completo de sus mejillas.
Correspondió aquel beso con suavidad y amor mientras sus manos buscaban acariciar el cuerpo del mayor, usando sus uñas para rasguñarlo levemente empezando a mover levemente sus caderas en un intento por continuar con aquella conexión con el cuerpo del mayor.

—Yo... Me gustaría ayudarte a elegir en ese dilema—dijo entre jadeos antes de acariciar su mejilla—, quiero que me lo hagas salvajemente... Haz que toda mi voz salga.

Sonrió con lascivia antes de acercarse y lamer los labios del contrario antes de darles una leve mordida.

—Quiero que disfrutemos sin limitación alguna...

—Hagámoslo... —dijo antes de devolverle la mordida en su labio—. Déjame escuchar tus gemidos, que el bosque se aprenda mi nombre.

Levantó una pierna del menor usando su mano libre para introducir dos dedos, que antes hizo que el contrario lamiera, en su interior y moverlos con rapidez sin previo aviso.
Los abría y cerraba para prepararlo un poco; y cuando creyó que era suficiente, los sacó para penetrarlo con su miembro deseoso del menor.

—Ayúdame con tus caderas —musitó moviéndose un poco dentro de él.

Asintió levemente al pedido del mayor y separó un poco más sus piernas al sentir aquellos dedos serpentear en su interior con rapidez.
Sus pies se ponían en puntilla y sus labios eran incapaces de sellar aquellos gemidos y alaridos del placer que sólo Isaäk sabía sacar de su interior.

Arqueó su espalda levemente al sentir el miembro del mayor, lo que tanto había deseado ahora estaba listo para llenarlo y saciarlo por completo.
Le dirigió a Isaäk una mirada lascivia mientras empezaba a mover lentamente sus caderas a la vez que empezaba a aumentar el ritmo.
En aquella posición su punto débil era tocado en cada movimiento, haciendo que su cuerpo se estremeciera.

AnielkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora