Efímera promesa

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—Y-yo sé que eres joven pero igual... Podrías cansarte, peso mucho— hizo un pequeño puchero—. Luego quiero cargarte yo...

Se aferró al los hombros del mayor, cerrando por unos escasos segundos sus ojos antes de abrirlo y al ver aquel paisaje con árboles y el inicio del río, esbozó una amplia sonrisa mientras rodeó el cuello del mayor con sus brazos al sentir el frío que hacía y acariciaba lentamente su pecho a la vez que apoyaba su cabeza en el hombro del mayor, dejando suaves besos en su mejilla.

—Es un lugar muy hermoso... —dijo un poco ido y entretenido con la belleza del lugar, restregándose un poco en la mejilla de éste.

—No pesas tanto, niño —sintió el suave tacto del contrario contra su mejilla y sonrío. Caminó hasta llegar a un camino de piedras en el que un pequeño puente conectaba a ambos lados del río.

Subió al puente de piedra y sentó al menor en el borde de este. Se volteó, sostuvo su cuello y lo atrajo hacia a él para darle un apasionante beso. Tomó sus caderas y cuando se separó lo miró a los ojos.

—Anielka, hay algo que he querido decirte —dijo volviendo a besar sus labios.

Se sostuvo del borde del puente al sentir aquel beso correspondiendo de la misma forma apasionada cerrando levemente sus ojos ante la calidez y suavidad que los labios de Isaäk le daban.

— ¿Qué querías...? —antes de que pudiera continuar, volvió a corresponder aquel beso, dejándose llevar por él, abrazando al mayor del cuello, acariciando con suavidad su cabello y su nuca mientras sus pies se movían con suavidad.

Esbozó una suave sonrisa antes de darle varios besos en los labios, dando una que otra mordida.

—Isaäk... —dijo entre suaves risas antes de abrazarlo— ¿Qué querías decirme?

Dejó a un lado la bolsita con la caja de brownies, de su bolsillo sacó una nota de papel y la desdobló. Alzó su vista hacia los ojos del contrario.

— ¿Creerías que estoy siendo demasiado cursi si te digo que intenté hacer de escritor? Bueno, Anielka, dijiste que serías mi musa —soltó una corta risa para después aclararse la garganta y volver su vista hacia el papel—. Mi dulce deseo, deseo furtivo que enloquece, eres tú mi joven hombre con piel de seda. No me agradezcas nada, no. Solo promete ser el dueño de mis besos y la razón de despertar día a día.
Bendigo la tarde en la que te vi por primera vez, pero maldigo el hombre que fui... Ahora aquí, sentado, escuchando el latido de mi corazón, te observo dormir plácidamente frente a la iluminada ventana, recuerdo el cálido contacto de tu piel, el abrazo de los labios y el cuerpo. Y mi pecaminoso deseo regresa en llamas, queriendo ver eso que a nadie se ha mostrado. Queriendo oler el café de la mañana acompañado con el aroma a sexo desenfrenado de la madrugada. Y así, sellar con un beso nuestro pacto, darte mi mundo eternamente... —de su boca salían palabras intento de prosa que de vez en cuando exageraba para reírse de sí mismo.

Se acercó al menor buscando en sus bolsillos de nuevo, una vez encontró el objeto que quería, lo mostró al menor.

—No te estoy pidiendo matrimonio puesto que no es legal... —dijo tomando la mano del chico y colocándole un anillo un poco descuidado. A pesar de no tener piedra el diseño era un poco femenino—. Tan solo quiero que mi amante tenga algo que me haga sentir más unido a él, por lo que te lo doy.

Con cada palabra que Isaäk decía sus ojos se humedecían cada vez más y sin siquiera notarlo, sus lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

Al ver aquel anillo, rompió en llanto sin poder controlarse.
Sentía su cómo su corazón latía cada vez más rápido a la vez que un pequeño vacío se creaba en su pecho cómo un anhelo de tratar de analizar todas aquellas hermosas palabras que lograron estremecerlo.
Sus manos temblaban de los nervios mientras limpiaba sus lágrimas lentamente antes de tomar el rostro de Isaäk, acariciando sus mejillas con sus pulgares.

—T-te amo tanto...— susurró con suavidad, con la voz temblorosa—. Te amo tanto....

Lo abrazó con fuerza, antes de besarlo en los labios repetitivamente para luego sellar con un suave y delicado beso.

—Y-yo lo acepto... Porque quiero compartir todas esas cosas lindas contigo a diario, por el resto de mi vida... Te amo.

AnielkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora