Capítulo 4.

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Se Hun le dio las indicaciones a Chanyeol para poder llegar a aquel lugar. Después de varios minutos alejándose cada vez más del centro de la ciudad, dieron vuelta a la izquierda en una solitaria calle y entonces frente a ellos apareció un gran edificio viejo tipo bodega sin pintar. El lugar estaba desolado, no había viviendas por ahí. Estaban en una zona industrial abandonada y solitaria, y aun así había algunos coches y motocicletas estacionados por ahí. El menor le indicó al pelinegro que parara y estacionara su auto al lado de unas motocicletas.


Un minuto después el primero que bajó fue Se Hun, le siguió Hanna y al último Chan Yeol.


- Se Hun. ¿De verdad es un lugar seguro?.- preguntó la chica acercándose a él por la espalda.


El menor miraba aquella gran bodega, se giró hacía sus acompañantes con una amplia sonrisa.


- Escuchen: Sé que esto no es a lo que ustedes están acostumbrados. Éste lugar es diferente, único y sobre todo seguro. Así que quiten esa cara de espanto que no los traje a un matadero, ok?


Tomó la fina mano de Hanna y la jaló haciendo que comenzara a caminar tras él. El mayor los siguió en silencio. Casi llegaban al grande y viejo portón cuando ése se abrió dejando escapar el leve sonido de música electrónica. Dos hombres custodiaban la entrada dejando salir a un grupo de personas.


- ¡Hola Se Hun!. Qué bueno es verte por aquí otra vez.- lo saludó uno de ellos en cuanto los vio llegar.


- Hola Mark. También es bueno verte, extrañaba venir por aquí.


- Y.., ¿Quiénes te acompañan?


- Ah, Ella es Hanna y él es el Sr. Chan Yeol, mi nuevo jefe. Querían conocer el lugar y pues aquí estamos.- le dijo sonriendo.


El chico los observó con los brazos cruzados detalladamente tras sus lentes oscuros. No parecían el tipo de personas que frecuentaran ese tipo de lugares y mucho menos el tipo de amigos de Se Hun, pero, ¿quién era para juzgar a las personas?.


Se movió de la entrada dando espacio para dejarlos pasar.


- Hoy habrá guerra. ¿Te veré dando pelea?.- preguntó el chico.


- No lo sé. Tal vez Mark, tal vez.- le dijo pasando por su lado guiñándo un ojo.


Los tres entraron y cuando el portón a cerró la oscuridad los envolvió durante unos segundos mientras sus ojos de acostumbraban a ella. Fue apareciendo un largo pasillo y al fondo de él podían distinguirse algunas luces de colores neón viajar de un lado a otro. En el camino pudieron observar algunas personas por ahí; algunas platicaban con un cigarro entre sus dedos, algunas parejas se besaban candentemente y otras incluso se tocaban íntimamente sin pudor alguno.


Por un momento imaginó las caras de sus acompañantes y lo que pensarían del lugar. Se detuvo y se giró hacía ellos. Hanna en ningún momento había soltado su mano, es más, incluso hasta la había entrelazado con la suya y hasta ahora se percataba de ello. Los ojos de la chica brillaban en aquella oscuridad y una amplia sonrisa dibujaba su boca. Parecía demasiado expectante y ansiosa a lo que vería cuando llegaran al final del pasillo y supo que todo estaría bien con ella. Pero sólo bastó con mirar al pelinegro justo detrás de ella para percatarse de que era distinto para ese hombre impecable.

Su mirada reflejaba desacuerdo y desconfianza. Necesitaba hablar un poco con él y tranquilizarlo.


- Sr. Park.. ¿Puede quitar esa horrible cara de horror y relajarse?.- le pidió.

Baila para mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora