Capítulo 16.

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Por lo general Hanna dormía con él por las noches, durmiendo algunas veces muy tarde por estar platicando de mil cosas. Ésta le había preguntado si seguía decidido a irse y si había alguna manera de hacerlo desistir y el menor había negado rotundamente. Se Hun tenia nuevas noticias. Había recibido tres contestaciones positivas luego de que enviara su audición por internet. Una de ellas era en Sidney, Australia; otra en Salzburgo, Austria y la última en Nueva York.

Aún no se decidía por ninguna en particular pues las tres eran reconocidas escuelas y tenían excelentes maestros. Tenía que pensar muy bien antes de tomar de su decisión ellos enviarían a alguien para hacerle una audición en persona y así decirle si era buen aspirante a alguna de sus becas y de cuanto sería ésta.

Hanna había sugerido adelantar la boda pero él no estuvo de acuerdo. No era mala persona por no aceptar ser el padrino de bodas de Hanna, de verdad que no. Pero no sentía merecer ese privilegio teniendo tan poco tiempo de conocerse, lo ideal para él era que el padrino fuera alguno de los hermanos, con ellos seguiría teniendo contacto y convivirían aunque ya no viviera con ellos. En cambio con él, tal vez nunca volverían a verse o al menos no en un buen tiempo.

Chan Yeol y él habían decidido hablarles a Hanna y a Jong In sobre su relación. Hanna recibió la noticia sin rastro de sorpresa, al contrario, estaba realmente contenta porque Chan Yeol por fin tenía a su lado a alguien realmente bueno, alguien que en verdad lo quería. En cambio Jong In, no es que no se lo esperara, ya había visto a aquel par comportándose cariñosos y atento uno con el otro en algunas ocasiones. Quería a Se Hun, era algo con lo que no podía engañarse mintiéndose a sí mismo, pero antes estaba la felicidad de su hermano que la de él.





Bajando a paso lento las escaleras, Se Hun caminó directamente a la sala de estar. Se acercó al equipo de sonido, buscó entre los discos alguno que llamara su atención. Llevaba viviendo en casa de los chicos diez días. Diez días en continuo cuidado por parte de ellos y de Hanna, diez días encerrado en la habitación que le habían predestinado mientras se recuperaba porque ninguno de ellos le permitía salir de ésta, diez días comiendo lo único que le indicaba la dieta y tomando los medicamentos que el médico le había prescrito; Diez días en que no había podido bailar.

Escogió uno de los discos y lo colocó en el reproductor. En el instante en que la música comenzó a sonar, cerró los ojos y sonrió. Se podían escuchar varios instrumentos: violines, cellos, pianos, flautines, etc..; Su cuerpo cobraba vida conforme la música avanzaba, sus pasos y movimientos eran lentos y suaves; Se sentía verdaderamente feliz por primera vez en esos diez días. No pensaba en nada más que en la música que se escuchaba, la simple melodía provocaba en él, el sentimiento más puro del amor por el baile.

Baila para mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora