Capítulo 12

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Cada vez que veíamos salir a una enfermera por la puerta del final de pasillo, los tres pegábamos un bote. Pero nunca era. Íbamos camino de las tres horas de espera y entonces apareció. Solo estábamos nosotros en la inmensa sala, pero ella llegó con su luz natural y todos nos alegramos de verle. Nerea se deslizó en una de las duras sillas de plástico y respiró por primera vez en tres horas. Cuando la vio, Adrián se levantó y corrió hacia ella, que lo abrazó como una madre a la que su hijo le dice que su mejor amigo se acaba de reír de él. "Lo sé. Lo sé. Tranquilo." Le susurraba al oído, acariciándole el pelo de manera cariñosa, mientras que él lloraba en su pecho. Entonces levantó la cabeza y, sin dejar de acariciarle, me dijo hola con una sonrisa tranquilizadora. En ese momento, me volví a enamorar de Eva.

Un lugar bajo el sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora