Capítulo 13

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Acababa de llegar y Adrián me había saltado al cuello. Literalmente. Se había agarrado a mí como una lapa y no paraba de llorar. Yo intentaba que me explicase qué era lo que había pasado, pero se atragantaba con sus propios hipidos y tenía que parar cada dos por tres. Por lo que no me enteré de nada. Me acerqué a una silla y me senté junto a Nerea. Nos miramos graciosas, preocupadas por Adrián, que a una velocidad asombrosa, se había dormido en mi regazo.

- Estaba agotado. Lleva mucho tiempo sin dormir.

- Lo sé. – contesté mientras le acariciaba la cabeza.

Miré a Nerea y la vi mal.

- ¿Qué le ha pasado?

- No lo sabemos. Lo único de lo que tengo certeza es que esto viene de antes. De mucho antes.

- ¿Cómo ha ocurrido?

- Mientras Hans y yo hablábamos en el Paraíso, Adrián llegó llorando, sofocado, diciéndonos que Estela se había desmayado.

- ¿Y?

- Y Hans le hizo no sé qué maniobra mientras yo iba a por el coche para venir aquí. Y aquí estamos.

Me callé. Me sentía fatal. Mi amiga se había desmayado por lo que parecía ser una cosa bastante grave, y yo saliendo con otro.

- ¿Dónde estabas? – me interrogó Nerea.

Me asustaba contestar la verdad. Busqué con la mirada a Hans, pero había desaparecido.

- ¿Me vas a contestar?

- Estaba cenando.

- ¿Dónde?

- En un restaurante.

- ¿Sola?

- ... no...

- ¿¡No!?

- Shhh... - nos llamaron la atención.

- ¿Con quién ibas? – susurró.

- Con una persona. – susurré.

- No jodas... De verdad. ¿Con quién ibas?

- Con un chico.

- ¿Quién era?

- ... servicio de habitaciones... – dije con la boquita pequeña.

- ¿Quién?

- El servicio de habitaciones del hotel, ¿vale? – me enfadé.

- ¿Sales con el servicio de habitaciones de un hotel?

- No, no salgo con él. Nicolás y yo solo somos amigos.

- ¿Desde cuándo lo conoces?

- Eh...

- Me lo imaginaba. Mira, si te digo esto es porque te quiero y te sigo considerando mi amiga. Me parece muy mal lo que has hecho. Hans te quiere. Y tú te has ido con el primero de turno.

- Si te digo que solo somos amigos, es que solo somos amigos. ¡No hemos hecho nada! Y si tan amiga me sigues considerando, responde: ¿Qué ha pasado entre Hans y tú?

Se calló y me echó una mirada penetrante.

- ¿Cuándo? ¿Hoy? – titubeó.

- Sí. Y antes.

- Eva, no creo...

- No, dímelo. Cuéntamelo todo.

Me miró y asentí. Empezó a hablar y mi cara cambió. Cuando me relató hasta el momento antes de que Estela se desmayase, me levanté de la (incómoda) silla del hospital.

Un lugar bajo el sueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora