6) Flor de Mayo

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2 Semanas Después

Tomó un tiempo para aceptar que estaba rehaciendo una nueva vida en Sinaloa, pero aún no me acostumbraba. Empecé a sentirme cómoda con Rigo y Tina. Aunque Rigo es mi primo, nunca fuimos tan cercanos cuando éramos niños.

Nos veíamos algunas veces cuando sus padres visitaban a mi familia en Los Ángeles. Yo creí que era la diferencia de edad que nos impedía crear un vínculo. Nos caíamos perfectamente bien, pero él prefería juntarse con los muchachos de su edad. Durante su última visita, tuvimos la oportunidad de construir nuestro vínculo que nos hacía falta. Desde entonces él llamaba por teléfono cada mes para ver cómo estábamos, sobretodo a mi mamá porque quedó muy afectada por la pérdida de mi papá.

***

Era domingo y acabábamos de atender misa. Bajamos la calle para almorzar en un restaurante pequeño. Yo ordené un plato de enchiladas con arroz y frijoles y un agua de jamaica para tomar.

Mientras esperábamos nuestra orden, había un hombre que estaba actuando muy grosero con una muchacha. Era un tipo muy creído al pensar que podría enamorar a la muchacha. Sólo escuché la platica, no alcancé a verlo. Pero yo estaba segura que ella no estaba interesada. Ella no ignoraba pero él insistía.

Escuche reír a Rigo.

"No seas metiche," me susurró en el oído.

"No lo soy." Fruncí un ceño.

Después llegó la mesera con nuestra comida. El olor de pollo y queso entró a mi nariz, llenándome de antojo. Recogí el tenedor y el cuchillo y empece a cortar las enchiladas en pedacitos, y en cuanto iba a probar mi comida, Rigo me interrumpió.

"Él es así. No quiere decir nada con eso. Hay que disfrutar nuestra comida juntos, ¿sí?"

Asentí con confusión. Lo conoce o lo ve seguido? No me interesaba pensar más en aquel hombre y empecé a comer mis enchiladas.

***

Los domingos eran nuestros días de relajo y estar juntos. Era el único día que Rigo no trabajaba. Él trabaja todo el día, todos los días. Aveces llegaba temprano a casa. Él trabaja con un tío. Nunca le pregunté que era exactamente su trabajo. De lo que sí estaba segura es que era algo muy importante porque le pagaban bien. Gastaba dinero como si nunca se le fuera terminar.

Caminamos alrededor de los mercados, buscando decoraciones para mi habitación.

Rigo recogió una cajita de joyería. "¿Te gusta esto?"

Me la dio y la revisé. Me gustó mucho cómo los colores se veían juntos. Estaba pintada de rosa, azul, verde, anaranjada, y amarilla. Yo no tenía color favorito. Nunca pude escoger.

"¿Qué tanto le vez?"

"Nada. Me gustó," le dije a Rigo. "Señora, ¿sí me la podría poner en espera?"

"¿Porqué la quieres en espera? Yo te la compro."

"No. Has gastado mucho en mí. Vengo mañana y la compro con mi dinero."

"Elena, no te preocupes. A mí no me importa comprarte cosas."

Yo vacilé pero acepté. "Está bien."

Rigo sonrió. "¿Cuanto es, doña?" Preguntó mientras sacaba su cartera del bolsillo.

***

Después de llegar a casa, me fui directo a mi habitación para acomodar mi cajita de joyería. Prendí la radio y sonó Antonio Aguilar con la canción Triste Recuerdo. La música me ayudaba no sentirme tan sola. Tararearé junto con la canción aunque no me sabía todas las letras. Mi papá la escuchaba en su radio casete. Le encantaba la música. Él decía que cada canción contaba una historia, una historia que de una manera se relacionaba en tu vida.

La Morenita de SinaloaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora