8) El Canto del Verano

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El sol se escondió detrás de los cerros y cuando llegó la oscuridad, comenzó la emoción. Para entonces ya casi todos estaban borrachos o apunto de estarlo. Mucha gente le pedían ciertas canciones a los músicos. Cuándo empezaba una buena canción, la gente inmediatamente se levantaba de las sillas y se apuraban a la pista de baile.

Rigo finalmente bailó con Tina. Yo creo que se divirtieron mucho porque no se cansaban de bailar. Duraron casi toda la noche en la pista. Él tenía una sonrisa de oreja a oreja. Mientras yo los admiraba, de repente sentí la presencia de alguien que se acercaba. Eso causó que se me formara la piel de gallina.

"Hola, chula. ¿Qué haces sentada tan solita? Mejor vamos a bailar," dijo un hombre con una sonrisa que daba miedo.

Si alguna vez creí que la sonrisa de Plomo era desagradablemente incómoda, estuve totalmente equivocada. Porque la sonrisa que veía en ese momento era mucho más retorcida y sádica. Su dirigencia hacia mí no era de buena intension.

"No. Ella va a bailar conmigo," dijo Rigo muy serio.

"¿Que no estabas con tu vieja?" Resopló.

"Mi tío está bailando con ella," Rigo gestó a la pista donde se encontraban Tina y Don Maximino. "Vamos," me dijo Rigo.

"Pinche m–," escuché aquel hombre mascullar mientras mi primo cuándo nos dirigíamos a bailar. Pero no creo que Rigo lo escuchó.

"Lo vi cuando se te acercó, y le pedí a mi tío que tomará a Tina," Rigo me dijo después que ver me cara de alivio.

"Gracias."

El ambiente me hizo recordar cuándo mi familia iba a fiestas, y cuándo mis padres bailaban. Un niño a la edad de 10 o más chico no le importa bailar,  si no jugar con primos. Me encantaba jugar a las escondidas y corretear. Pero cuando murió mi papá, no volvimos a salir. Mi mamá se adaptó a la soledad y de pronto al silencio.

"¡Zapateale pues!" Rigo se rió.

"No sé."

"Mmm... ¿Sabes?, tu papá era bueno."

Sonreí y asentí con acordes. Mientras Rigo trataba sacarme platica, yo noté algo que había sospechado desde que llegué. En ese preciso momento entendí muchas cosas. Todos cargaban armas.

Después de haber bailado un par de canciones, Rigo puso su mano sobre mi espalda y nos dirigimos a la mesa. Desde allí vimos a Don Maximino y a Tina bailar.

"¿Quién es Don Maximino?"

"Es primo de mi papá y tu mamá. Es nuestro tío."

Pasando dos o tres horas finalmente, decidimos irnos. Pero antes nos despedimos de Don Maximino y le agradecimos por la invitación. Después nos subimos al Suburban y nos fuimos. Durante todo el camino me la pasé reflejando sobre de las armas. Me daba mucho miedo a que fuera cierto lo que estaba imaginando. Pensé preguntarle a Rigo la mañana siguiente.

***

Era un Domingo de mañana cuando me despertó el canto de pájaros. Fui a la cocina por un vaso de jugo de naranja, pues fue un día acalorado.

"Pensé que seguías dormida. Llegamos tarde anoche."

"Pues sí, pero ya me acostumbre a levantarme temprano. Además tengo hambre."

La Morenita de SinaloaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora