12) Al Brillar de una Estrella

320 2 0
                                    



...Sábado, 17 de enero 1987

"Elena...¿estás lista?"

"Sí," confirmé.

"Bueno pues, la noche es toda tuya."

"Gracias, Rigo."

"¿Por qué?"

"Por cuidarme. Tú y Tina son todo lo que tengo," dije con una sonrisa. "Y también por esta noche. Has conseguido que tenga yo la presentación sola."

Rigo me miró por un minuto antes de abrazarme. "Cómo no te voy a cuidar si eres mi hermanita. Esta noche es una introducción a la nueva cantante del pueblo. Porque la gente exigió a La Morenita. ¡Te los ganaste!"

Después de desearme buena suerte, subí al escenario y saludé al público, "Muy buenas tardes a todos. ¿Cómo están? Espero que estén bien. También me gustaría dar gracias a todos ustedes por apoyarme y haber venido. Les voy a cantar una canción conocida. Espero que les guste – Ojitos negros encantadores
Quién los tuviera al lado de mí
Me puede mucho bien de mi vida
Vivir ausente lejos de ti
Me encuentro lejos
Vivo pensando
Sólo en la ausencia de ese querer
Ojitos negros encantadores
Que si dios quiere los vuelvo a ver..."

***

Terminé la noche con la canción, Que Me Entierren Con la Banda. Fue mi primer presentación de baile, sorprendentemente me sentí segura. Canté tranquilamente y alegremente. Esa precisa noche me di cuenta que disfrutaba cantarle al pueblo.

"¡Nuestra nueva estrella es La Morenita de Sinaloa!"

"¡Morenita!" Enrique me llamaba. "Ya eres una estrella," dijo con mas calma cuando me alcanzó.

"Hola, Enrique. No te adelantes, eh."

"Tenemos alguien que está interesado a que cantes en una fiesta. Ahorita están hablando con tu primo. ¿Te gustaría?"

"Pues sí," dije emocionada. "¿Oye, qué tanto me vez?" Espeté.

"Nada. Te vez linda," dijo mientras miraba mis botas. "Me gusta tu estilo."

Miré mis botas. Eran vaqueras de color caramelo que Rigo me había regalado en Navidad. Mi primer par de botas vaqueras. Tenía puesto una camiseta blanca y pantalones de mezclilla y una chamarra con barbitas de color café.

"Muy vaquerita."


Una Semana Después

Habíamos planeado, Enrique y yo, ensayar canciones conocidas los domingos por las tardes.

Enrique era un muchacho humilde en todos perspectivos. Él ayudaba a su tío en su negocio que por cierto les iban muy bien. Él era alto – midiendo casi un metro y 80 centímetros. Era guapo y tenía los ojos castaños ni muy grandes ni muy pequeños. Arriba de ellos, tenía las cejas más extrañas que había visto. Supongo que eran lo que mas me gusta ver de él. Tenía la nariz muy puntiaguda y un poco grande para mi gusto. Su cabello era oscuro y chino que se le enredaba de tras del lóbulo de la oreja. Estaba un poco bronceado de su piel. Yo creía que estaba en sus viente años pero descubrí después que tenía 19 cuando lo conocí.

"Te escribí unas canciones que son fáciles de aprender," dijo mientras me dio una lista.

Mientras leía, noté que no reconocí ninguna canción. "Yo no me sé ninguna," dije nerviosamente.

Enrique frunció el entrecejo. "No me digas que no conoces estas canciones," dijo riéndose.

"Bueno tal vez sí, pero no por los nombres."

De pronto sacó más papeles de su mochila y me los entregó. "Estas son las letras de cada una. Aver si sí te las sabes y si no pues aprovecha aprendértelas. Mientras empezamos con la primera."

Después sacó un cassette y lo metió en la grabadora. "Primero la vamos a escuchar y luego sigues con las letras. Ya después vas a cantar de memoria."

***

"¿Cómo va todo?" Rigo preguntó mientras entró al comedor después de una hora.

"Pues la verdad estoy muy impresionado. No pensé que se memorizara tres canciones en una hora. No creí que fuera posible. Hizo más que suficiente. ¿Qué tal si continuamos la próxima semana?"

"¿Tienes un lugar en donde estar?" Preguntó Rigo casi riéndose. "¿Vas a ver a la novia?"

"Pues sí," vaciló Enrique.

"Bueno pues pórtate bien, ¿eh? A las mujeres les gustan que las traten bien."

"Claro que sí. Siempre."

"Nos vemos la semana que viene, Enrique."

"Sí. Adiós," se despidió.

***

Esa noche, salimos a tomar champurrado Tina y yo con Rosita. Ella nos contó que se dejó del muchacho que me había mencionado. Ella buscaba a alguien que la quisiera bien, pero él no quería nada serio con ella. Lo que le sugerimos Tina y yo fue que no tenía porque buscar a un hombre–que recuperara el tiempo perdido de su lamento y que disfrutara su juventud. El amor después llega, no se busca.

Pero ella no soportaba estar o sentirse sola. Ella deseaba ser amada. Quería ser feliz.

Yo veía que cuándo se le acercaba un hombre, Rosita arriesgaba esa oportunidad de conocer el verdadero amor porque de pronto brincaba a una relación con el desconocido.

"He esperado mucho tiempo a mi príncipe azul."

"Solo tienes 18 años. Aún no se te ha pasado el tren. Ya llegará. Todo en su momento, Rosita," dijo Tina.

"Deja que venga...no lo voy a dejar ir jamas," dijo con una sonrisa admirable. "Ya puedo verlo llegar. Un muchacho alto, guapo, y muy masculino pero tierno a la misma vez."

Sus palabras y ansias me dejaron pensando en el amor. Recordando a mis padres, a Rigo y Tina quise saber en carne propia lo que es el amor.



Un Mes Después

Rigo había conseguido que cantara en una quinceañera. Fue mi primer presentación en una fiesta privada. Estaba un poco incómoda por la razón de cual los invitados podrían pedirme canciones que no sabía.

"No te preocupes si no te sabes alguna canción; le dices a la banda y el muchacho de pelo largo también canta," me aseguró Enrique. "¿Lista?"

"Sí. Oye, ¿y de quién es la fiesta?" Pregunté mientras nos dirigíamos a la pista de baile.

"Es hermana de un tipo que ha visto cada uno de tus presentaciones. Así que no lo vayas aburrir con las mismas canciones," se rió.

Durante toda la noche, los invitados no me dejaron descansar. Me pedían canción tras canción. No se cansaban por más que bailaban y por más que tomaban. Era cómo un momento interminable. Después de al fin haber descansado, la quinceañera se acercó y me pidió una fotografía junto con ella. Eso en verdad me sorprendió. Yo acepté con mucho gusto. Cuándo salió la foto me preguntó si la firmara–cosa que también me sorprendió. Esa noche fue la primera vez que me habían pedido una fotografía y firma. Las primeras de muchas.

La Morenita de SinaloaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora