9) Jovencita Cantante

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De niña nunca conviví con mi familia por la razón que mis padres, mi hermana y yo vivíamos en los Estados Unidos. Sé que fuimos un par de veces a México. Aunque no recuerdo muy bien a la familia, jamás se me olvidará mi abuelo.

Él era una hombre grande, o por lo menos eso parecía a travez de mis ojos de niña, de mucho peso pero saludable. Fumaba puros fuertes. Una vez cuando lo observaba, el olor y el humo llenaron mis pulmones pequeños que después me causaban tos. Él entonces se dio cuenta de mi presencia y empezó a pegar mi espalda fuerte pero sin querer. Tenía la mano pesada. Soltó una fuerte carcajada antes de decir, "Una niña no debería de estar respirando esta cochinada. Debo tener más cuidado con mis nietos."

Mi abuelo fue un hombre de familia quien respetaba a la gente y a la misma vida. Pero cuando se trataba de defender y proteger a su familia, estaba dispuesto a dar la vida por ella. Yo una vez lo escuché decirlo. Representaba peligro a cualquier amenaza y planeaba bien cada paso. "Para la venganza hay que pensar con la cabeza fría," era lo que decía. Tal vez esa fue la razón de su éxito. Su nombre fue grande y muy conocido.

Un domingo por la tarde, Rigo me llevó a un lugar. Supe que era otra de sus ocurrencias cuando no me quiso decir a donde íbamos. Cuando llegamos, aún no tenía ningún idea en donde estábamos. Era un edificio pequeño sin entorno.

"¿El Estudio Cruz?" Leí las letras que estaban pintadas en la pared.

"Así es. Te voy a presentar a alguien. Vente, vamos a dentro."

Cuando entramos me di cuenta que era un estudio de grabación de música.

Un güero saludó a Rigo.

"Mira, ella es la que te quería presentar."

"¿Cómo?"

"La cantante."

Después de inquirirme volvió la mirada a Rigo y lo jaló a un lado. Él pensó que susurraba pero podía oír cada palabra.

"Mira Rigo, en este negocio es muy difícil ser grande. Ella es muy joven y bonita y todo lo que tú quieras, pero hoy en día la gente le gusta la banda y norteño. Muy pocas mujeres alcanzan a llegar a lo grande. Te aconsejo que ni te molestes."

Rigo agitó la cabeza. Estaba irritado.

"¿Eso es lo que crees? En primer lugar, te voy a pedir que no insultes a mi hermana. Segundo, estás muy equivocado. De hoy en adelante tú y yo ya no somos compas."

Rigo después me tomó de la mano y salimos del estudio.

"Perdón. Siento mucho que tuviste que escuchar a ese cabron. ¿Pero qué le pasa a ese huey? ¿Qué chingados se creé que es?" Dijo furioso.

"¿Porqué me trajiste?" Pregunté tranquilamente pero confundida.

"Le pedí un favor. Yo solo quise que te escuchara cantar."

"Pues no lo vi tan emocionado."

"No te preocupes. Voy hacer que se tragué sus propias palabras. Ya verás que sí."

***

Era el último día del mes más caloroso del año cuándo Rosita me invitó por un helado. Rosita era una muchacha muy bonita. Ella era divertida y muy espontánea. Siempre con una sonrisa la veías y cuando no, sus ojos le brillaban de alegría. Aunque lo parecía, su vida no era de color de rosa.

La Morenita de SinaloaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora