17) Temporada de Lluvia

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Domingo, 21 de junio 1987

"¡Morenita!" Rigo gritó cuándo entraba a la casa. "¿Qué crees? Adivina." Cruzó los brazos, esperando que adivinara otra de sus ocurrencias.

"Pues no sé. ¿Aver qué traes?" Apagué la radio.

"Mira nada mas lo que te espera." Sacó un sobre de su bolsillo y me lo entregó.

"¿Qué es?" Pregunté curiosamente.

"No sé." Dijo sarcásticamente. "Ábrelo."

Mientras lo abría, mire que Rigo asomaba la cabeza aver que era, cómo si no lo supiera. Mi primo era tan simple.

Eran boletos de avión con destino a Guadalajara, JAL. ¿Nos iba llevar de viaje?

"¿Ya viste?" Preguntó Rigo.

"Tres boletos a Guadalajara. No entiendo."

"Es que no hay aeropuerto en Sahuayo."

"¿Sahuayo? ¿Y eso dónde queda? Ahora sí que no entiendo nada. Me tienes hecha bolas."

Rigo se rió de mi frustración. "Tranquila, hombre. ¿Pues, apoco no sabes de dónde era tu papá?"

"¿Mi papá era de Sahuayo, Michoacán?" Dije sorprendía.

"Sí. Ya es tiempo para que al fin conozcas bien a tu abuela y los principios de tu papá."

"¿Yo tengo abuela? ¿Cómo lo sabes?"

"Yo todo lo sé." Volteé los ojos. "Lo que importa es que vas a ir, yo y Tina te vamos acompañar. ¿Qué te parece?"

"Bien." Dije no muy convincente.

"No te gusta el idea."

No es que quiera hacer sentir mi primo mal ni despreciar el regalo que me hizo, pero el tema de mis padres era delicado para mí. Aún era doloroso pensar que no estaban.

"Perdón, Rigo. No quise desanimarte. Te agradezco todo lo que haces por mí. Has sido muy generoso conmigo, también con esto y pensar en darme la oportunidad de conocer a mi abuela." Le di un abrazo. "Muchas gracias."

***

Esa misma tarde me quedé ver con Eduardo. Él iba a pasar por mí, y nos iríamos a caminar. Esperé afuera, recargada sobre la verja, mientras se acercaba la hora en que nos íbamos a ver.

Al fin de esperar poco tiempo, llegó y en su mano cargaba cuatro margaritas blancas.

"¡Hola!" Saludó con un beso en la mejilla. "Son para ti." Me entregó las flores.

"Gracias." Sonreí.

"¿Te gustan?"

"Son mis favoritas," le dije mientras las tomaba de su mano.

"¿De veras? No pues que suerte la mía," se rió. "¿Caminamos al parque de la esquina?"

"Vamos."

La Morenita de SinaloaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora