9. Obsequios y enojos

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CAPÍTULO 9:
«OBSEQUIOS Y ENOJOS»

Sesshoumaru sabía que una hora atrás habría tenido que partir en su jet privado hacia Inglaterra, tenía todo organizado, inclusive Yoko le había hablado una vez preguntándole si tenía algún inconveniente, porque en tres años de trabajar para él nunca se retrasaba con nada, pero es que no había sido simple casualidad que anduviera en el hospital o que en realidad anduviera buscando a su primo ¡Por supuesto que no! Sesshoumaru Onigumo lo único que andaba buscando era a esa pelinegra que desde que la veía la noche anterior entrevistarse con Miroku, lo obsesionaba como ninguna mujer lo había hecho antes, a pesar que a él le había dicho todo lo contrario.

Vio como Miroku discutía con su interno, ambos iban vestidos para entrar al quirófano, exceptuando por sus mascarillas.

—¿Problemas? —preguntó curioso acercándose a su primo luego que viera que el subordinado entrara a la sala.

—Se que los comprendo, entiendo a cada uno de los internos, inclusive sé que en algún momento de mi vida me comporté tan competitivo y desesperado como ellos intentando abrir a la menor oportunidad que se presentara pero...

—¿La hija de los Mitarashi no necesitaba la operación?

—Claro que la necesita, tiene una apendicitis y de eso no hay duda, pero no era que había «estallado provocando una peritonitis» y por eso tenía que abrirla, está bastante inflamada, pero aún hay tiempo para extirparla con una operación laser.

—¿Tu interno mintió? —Miroku asintió visiblemente apenado—. Si los Mitarashi se dan cuenta de ello, podrían entablar una demanda al hospital, y sabes que tienen la capacidad para ello.

—Lo sé, pero durante un mes él será mi esclavo haciendo todos aquellos trabajos detestables que a ningún médico le gusta hacer además de varios turnos de castigo que le tocará cumplir, fue una buena idea que me llamaras, sin saberlo, le has ahorrado al hospital muchos inconvenientes —era obvio que el peliplata no buscaba subsanar alguna diferencia entre paciente y hospital, simplemente era el destino que les favorecía—. Por cierto, ¿A qué viniste al hospital?

¡Sí! Esa era la pregunta que su aturdida conciencia ocultaba y ocultaba, por supuesto que no le diría la verdad a su primo, ni siquiera la diría en voz alta para él mismo.

—¿Tanto te ha atraído esa niña? —preguntó sorprendido.

—No es una niña —replicó molesto.

—Claro, desde hace 5 años es mayor de edad, pero aún así, para lo que la quieres es aún una niña.

—¿Cómo podrías saber para lo que la quiero? No estás en mi cabeza para indagar cuales son mis pensamientos hacia ella —Miroku volvió a ver de un lado a otro tomando del brazo a su primo para alejarlo de la entrada a la sala de cirugías y buscar un lado en donde nadie los pudiese escuchar.

—Sessh, te conozco desde hace tiempo y hasta el momento no has tenido una relación sana, pensé que con Kagura olvidarías todo ese rencor que llevas, pero me equivoqué por completo y fue peor porque te introdujo a esta vida que llevas, luego Shiori, Kanda, inclusive la pobre Sara...

—¿Empezarás a contarme mis relaciones en este momento? —reclamó sumamente molesto soltándose del agarre—. Recuerda que tampoco eres tan inocente después de todo.

—Claro que no lo soy, y sabes a la perfección cuánto te agradezco lo que me has salvado cada vez que me he metido en algún lío con las mujeres; pero aún así te quiero, eres mi familia y me duele ver cómo te destrozas en esas dizques relaciones que llevas. Hay varias mujeres que estoy seguro te harían sentar cabeza y...

El oscuro secreto de un TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora