55. Autocastigo

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Y como siempre gracias a todas las que me dejan su ⭐️

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Disclaimers:

1: Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo los tomo para que me hagan feliz según mi imaginación y para hacerlos sufrir a cada rato.

2: La historia nace de los libros de la trilogía de "50 sombras de Grey" que le pertenece a la grandiosa E.L. James, sin embargo, no es que sea una vil copia de ello, yo lo tomo haciéndolo a mi manera. Por lo que el lemon es bastante fuerte, menores de 18 años y susceptibles, mejor aléjense.

3: No presto mis historias, solo las subo aquí en wattpad, en Fanfiction, en mi propia página de wordpress y si me dan ganas en un futuro en mi grupo de Facebook, si lo ven en otro lado favor de denunciarlas. Tampoco hago continuaciones de lo que ya dejé finalizado.

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CAPÍTULO 55:

«AUTO CASTIGO»

Sesshoumaru POV

Si Kagome pudiera conservar un poco de su coherencia o vitalidad, me reñiría por haber sido tan imprudente, pero la pobre está completamente exhausta al punto de caer completamente dormida en el piano sin importarle nada más. Agarro mi celular para enviarle un mensaje a Miroku.

8:23 pm «Necesito que vengas, ¿podrías estar aquí en media hora?»

Desato con cuidado las cuerdas de las muñecas de Kagome y le retiro los pañuelos de seda, están rojas pero no han sufrido ningún daño, ni siquiera le saldrán moretones, pero aun sabiéndolo necesito aplicarle una loción y crema para evitarlo, odiaría verla lastimada. Le bajo las manos con cuidado para colocárselas en una posición más cómoda dándole un beso en el dorso de cada muñeca y masajeándole los antebrazos, luego se ovilla a un lado sobre el piano, se ve increíblemente cómoda y perturbadoramente divina; si no estuviera catatónica creo que le haría el amor nuevamente «hacerle el amor» ¡Joder! Definitivamente soy un puto romanticón.

8:24 pm «Claro que sí. Espero no sea nada grave»

8:54 pm «No. Solo revisión. Sube por mi elevador personal, ni Kawamaru ni Enyu están y la seguridad se ha fortificado»

Me toco a un lado, la costilla todavía duele como mil carajos especialmente luego de semejante actividad, pero mi reconciliación nada tenía que ver con la de ella, necesitaba eso para mí y para demostrarle que a pesar de todo todavía tengo el control, ¿en verdad lo tienes bastardo? ¡Mierda! Si quisiera ser sincero aunque sea conmigo mismo tendría que conceder esa batalla al pequeño diablillo que se coloca a mi lado izquierdo puyándome con su tridente, estoy a punto de ser completamente domado como si fuese una bestia, en verdad lo soy, una bestia estúpidamente enamorada.

—Kagome, nena, despierta, vamos a la habitación —intento moverla dándole pequeños besos detrás de la oreja y mordiendo su lóbulo, es el sabor más exquisito que he probado, pero continúa catártica. Intenta murmurar algo y me parece aún más linda si eso es posible.

Sopeso la posibilidad de despertarla, pero sería un maldito bastardo sino la dejara dormir. La acerco a mi cuerpo deslizándola con cuidado, la tomo entre mis brazos y ella se acomoda entre mi clavícula y mi hombro, me embriago con su olor a fresa y vainilla, curioso la vainilla nunca me gustó, pero con ella he estado dispuesto a probar lo que sea.

La acuesto con cuidado y me siento con ella en la cama tocándome a un lado de mi torso, Kagome parece dormir más tranquila cuando estoy cerca. Rebusco entre mis CD y coloco uno de los conciertos de Ravel, a Suikotsu le gustaba tocar el piano cuando ella estaba pequeña y cuando he interpretado esas melodías sus gestos son de mucha nostalgia, tal vez eso la ayude a dormir mientras Miroku me envía un mensaje y me separo de ella.

El oscuro secreto de un TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora