El oscuro secreto de un Taisho

67. Mío. Tuya.

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Disclaimers:

1: Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo los tomo para que me hagan feliz según mi imaginación y para hacerlos sufrir a cada rato.

2: La historia nace de los libros de la trilogía de "50 sombras de Grey" que le pertenece a la grandiosa E.L. James, sin embargo, no es que sea una vil copia de ello, yo lo tomo haciéndolo a mi manera. Por lo que el lemon es bastante fuerte, menores de 18 años y susceptibles, mejor aléjense.

3: No presto mis historias, solo las subo aquí en wattpad, en Fanfiction, en mi propia página de wordpress y si me dan ganas en un futuro en mi grupo de Facebook, si lo ven en otro lado favor de denunciarlas. Tampoco hago continuaciones de lo que ya dejé finalizado.

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CAPÍTULO 67:

«MÍO. TUYA»

Kagome POV

Sesshoumaru ni siquiera vuelve a verme, su enojo está tan descontrolado que pareciera estar fuera de sí y sus gritos me rompen el corazón. Me entran ganas de llorar y darme la vuelta para salir corriendo, pero al momento en que Kawamaru se coloca frente a mí me doy cuenta de que no estoy actuando cómo debería.

—Señora Kagome, Ah y Un la llevarán a casa. Por favor, vaya con ellos.

—¿Primero mandas a tu abogado para hablar conmigo y ahora a tu guardaespaldas? —Sesshoumaru me ignora dirigiéndose a su maldito auto, las ganas de llorar desaparecen y una ira que hace temblar mi cuerpo me va invadiendo.

—Señora por favor, no es bueno hablar de eso aquí —a pesar de que la voz de Kawamaru es bastante ronca y profunda me parece como si le estuviera hablando a un pequeño gato indefenso tratando de bajarlo de un árbol, engañándolo, mintiéndole para conseguir lo que desea. Intenta agarrarme del antebrazo, pero retrocedo completamente furiosa.

—Si me tocas Kawamaru será el último día que tú y tu jefe me verán —por primera vez puedo ver terror en los ojos del enorme pelirrojo, no sabe qué hacer y me encantaría disculparme por ponerlo en esa posición, pero no puedo hacerlo.

Camino con paso decidido hasta llegar a Sesshoumaru, si abro mi boca mi corazón podría salirse por ella, estoy tan nerviosa que ni siquiera sé que es lo que deseaba hacer, de lo único que estoy segura es que no quiero que se vaya así.

Su imponente cuerpo me podría tapar por completo si no fuera por los tacones altos que llevo puestos, pero aun así me saca un buen pedazo de diferencia. Sus estanques dorados están oscuros, su presencia es completamente intimidadora, me cuesta respirar, pensar y me quedo muda contemplándolo, este hombre provoca en mí diferentes emociones que no sabía siquiera que existían.

—¿Eso es lo que necesitas Kagome? ¿Qué alguien sostenga tus manos y las entrelace con las tuyas en público?, ¿qué te prometa cualquier estupidez a pesar de que nunca podré cumplir?, ¿qué sea todo un príncipe?

—¿Nos escuchaste?

—Si querías ocultarte no deberías de haberte quedado en el hospital —se da la media vuelta abriendo la puerta del Bentley, intento tocarlo, pero mi instinto me dice que no es momento para hacerlo, aunque es difícil decirle eso a mi boca.

—¡No sabía que Inuyasha deseaba hablar conmigo! —grito alterada, pero consigo mi objetivo: se ha detenido.

—Tal vez debería de reunirme con Kikyo a la vuelta del Centro en un encuentro «casual».